El único impacto que generan es el visual, ya que son de material inerte que no contamina ni el suelo, ni el aire, ni el agua.
Estas bolsas aparecieron en la década del 70 y desde entonces han tenido una aceptación generalizada por las ventajas que tienen comparado con materiales alternativos.
Una bolsa chica de supermercado pesa entre 5-7 gramos y puede soportar una carga de hasta 10 kg de mercadería, es decir, 1.700 veces su propio peso.
Los residuos plásticos no contaminan la tierra ni el agua (napas freáticas) cuando son desechados en rellenos sanitarios porque no se biodegradan, no se disuelven en el agua y por lo tanto no pueden generar residuos contaminantes.