Actualmente Japón cuenta con cerca de 45.000 “combini”, palabra japonesa para definir a las “convenience stores” (pequeños minoristas), en un negocio que generó en sus principales cadenas ventas cercanas a los 74.000 millones de euros durante el pasado año fiscal 2011.
En ciudades como Tokio es fácil encontrarse calles en las que se intercalan diversos “combini”, hasta el punto de haberse convertido en una constante social y administrativa indispensable para el funcionamiento de los populosos barrios japoneses.
Los “combini” son una evolución de las tradicionales tiendas de ultramarinos, aunque mantienen una constante renovación y disponen de cualquier producto y servicio que cualquiera pueda necesitar para el día a día: Desde prensa, tabaco, camisas o ropa interior, hasta fotocopiadoras, regalos, alcohol o máquinas de revelado fotográfico.
Casi todas abren 24 horas al día y siete días a la semana, y están dotadas de cuartos de baño, cajeros automáticos y hornos microondas; algunas cuentan también con zonas de descanso para comer y espacios para tomar un café con área de fumadores.
Los “combini” hacen también las veces de oficinas, con fax y buzón para recibir mensajes a través de códigos personalizados que solo conoce el usuario, y funciones como las de enviar correo o recibir paquetes e incluso maletas.
En sus estrechos pasillos las mujeres encuentran medias, maquillaje, colágeno bebido y otros complementos como pestañas postizas, de uso más habitual en Japón, mientras que los hombres pueden comprar camisas, maquinillas de afeitar o reconstituyentes para después de una noche de exceso de alcohol.
La comida de los “combini” se produce, distribuye y retira a diario, presentada en pequeñas cajas conocidas como “bento” y preparada para su consumo con todo tipo de opciones: Pescado, carne o comida china, casi siempre acompañada de arroz o tallarines, por poco más de 350 yenes (unos 3,5 euros).
Los productos de estas tiendas suelen ser el principal sustento de quienes tienen pocos ingresos o viven solos, mientras que es frecuente ver aquí a los llamados “salaryman” (oficinistas), que acuden religiosamente en sus descansos y aprovechan para leer en la zona de quiosco las últimas novedades en “manga” (cómic) o revistas.
La mayor cadena de este tipo de multiservicio en Japón pertenece a Seven-Eleven, del grupo nipón Seven & I, que obtuvo en el año fiscal 2011 unas ventas por valor de 3,28 billones de yenes (más de 32.970 millones de euros), un 11,3% más que en el ejercicio precedente.
En segundo lugar se encontraría Lawson, otro minorista cuyas ventas en 2011 alcanzaron los 1,62 billones de yenes (más de 16.270 millones de euros), un 7,9% más interanual, gracias sobre todo a las ventas de sus cajas “bento” y la de verduras y alimentos frescos.
En 2011 las ventas en los “combini” se impulsaron sobre todo a raíz del tsunami del 11 de marzo que arrasó la costa noreste del país, tras el cual estas pequeñas tiendas se convirtieron en los pocos puntos de venta en las zonas afectadas en las que se podía encontrar carne, pescado y fruta fresca.
El modelo de “combini” nipón no solo triunfa en el archipiélago, sino que ya ha comenzado su expansión en los principales países de Asia como Birmania, Malasia, Tailandia, Indonesia, Filipinas o China, en los que el milagro de estas tiendas poco a poco se afianza como la evolución del pequeño negocio tradicional.