Hace unos días, decidí pintar nuevamente mi departamento. En un principio pensaba pintar con los mismos colores, pero en algunos cuartos opté por “redecorar”, usando otros. El pintor que contraté conocía muy bien su oficio e hizo lo que le indiqué, realizando un excelente trabajo, sin embargo el resultado no fue el que yo esperaba: el color escogido no combinaba con algunos muebles y cortinas, y terminé gastando más de la cuenta con el experimento. De más está decir que debería haber contratado a un especialista, el pintor solo hizo lo que le pedí.
Comento este ejemplo porque muchas veces sucede lo mismo en las tiendas -e incluso en algunos centros comerciales. Cuando me reúno con propietarios o gerentes de estas cadenas, existe un paradigma muy arraigado del cual es difícil que se aparten: atribuyen el éxito comercial de una tienda o espacio a un solo aspecto, qué tan “bonito y moderno” se vea. Es decir, se sesgan en el aspecto visual, dejando de lado la propuesta comercial.