Hace algunas semanas, leí un comentario que enfatizaba en que los limeños estamos muy mal acostumbrados a que nos atiendan bien, nos mimen y que nos pesen la bolsa que olvidamos en la sección de frutas del supermercado.
Sin embargo, diría que estamos bien acostumbrados. Y que esta costumbre no depende de la flojera del consumidor para ir y solucionar su propio inconveniente sin tener que pedírselo al encargado de caja. El servicio depende del formato de tienda en el que nos encontremos, independiente de que estemos en el Perú o el extranjero.