Los señuelos que los supermercados van poniendo en nuestro recorrido de compras, son varios. Y casi todos tienden a convencernos de que la ventaja siempre está de nuestra parte con un “compra, ahora o nunca”. Así, el blog Food del diario Huffington Post elaboró una lista de “trucos” que utilizan.
El carrito de compras, ¿más grande de lo normal?
Al ingresar al supermercado tomamos el carrito automáticamente, más allá de la cantidad de productos que vayamos a comprar. Esta pequeña decisión ya influye en nuestra percepción de compra, y puede tentarnos a pasear y cargar mercadería que no necesitamos. Para remediar esto es mejor optar por una canasta o llevar las cosas en la mano.
El olor del consumo
Algo común a todos los locales es que apenas ingresamos encontramos los productos de pastelería y perfumería, entre otras tentaciones, en las primeras góndolas que recorremos. Estos productos atraen por el aroma y los colores, y tienen la función de mejorar nuestro ánimo y tentarnos. Es el momento de pensar sólo en la lista de lo que realmente necesitamos.
Para llegar a lo que quiere comprar, debe pasar por todo lo que desearía comprar
¿Notaron que la leche, el queso, el yogur y los huevos siempre están al final del recorrido? Como la inmensa mayoría de los que entran al supermercado compran algo de esos ítems, ¿qué mejor que obligarlos a atravesar todos los pasillos y pasar por delante de todas las góndolas? Es una forma de hacernos recorrer la tienda y visualizar más productos, potenciando las posibilidades de compras.
Vegetales frescos
En la mayoría de los supermercados se mantienen “húmedas” las frutas y verduras mediante un rocío constante. Esto genera una sensación de frescura que no es tal, ya que este procedimiento hace que los vegetales maduren y se descompongan más rápido.
Corredores angostos y música suave
Si el carrito se nos atasca en el pasillo con el de otro cliente, no es por casualidad. La idea es que vayamos más despacio y hagamos más paradas, así podemos ver cosas que no pensábamos comprar. La música suave también nos induce a aminorar el ritmo de la marcha.
¿99% de descuento?
El marketing de ofertas es el más fuerte y confuso. Grandes carteles y atractivos anuncios nos hacen pensar que se trata de grandes rebajas cuando en realidad no lo son. Hay que saber comparar precios y aprender a buscar.
Precios sin signo monetario
Es archiconocido el truco de poner $0,99 en vez de $1. Pero otra triquiñuela parecida es la de omitir el signo monetario, que está muy asociado al dinero. El cerebro procesa como más caro un $2,99 que un 2,99.
Cómpralos todos
Cuando vemos un cartel que dice “Sólo 2 -ó 5 ó 10- unidades por cliente”, tendemos a pensar que el producto escasea y, por lo tanto, compramos el máximo permitido aunque sólo necesitemos uno; convencidos, además, de que todo el mundo está hará lo mismo después.
Degustaciones y muestras gratis en los pasillos
Las degustaciones que nos ofrecen en los pasillos generan en la mente un mecanismo de reciprocidad. Recibimos y queremos dar. Mejor no probar nada, entonces.
Al nivel de nuestros ojos
Los productos de las marcas más caras están invariablemente alineados a la altura de nuestra mirada, mientras que las segundas marcas y los genéricos deben ser buscados a nivel del piso. La excepción son los productos que atraen a los niños y que lógicamente están a la altura de ellos.
Siempre hay cola, y snacks al lado
Rara vez las cajas están libres para nosotros. La idea es darnos un tiempo adicional para apreciar las cosas que nos esperan al costado de las cajas: gaseosas, chocolates, dulces, revistas, etc. La espera, el hambre, el aburrimiento o los niños nos jugarán en contra en ese momento.