Ya han pasado seis años desde que Bravo Restobar abrió sus puertas en el boulevard de Asia, y, gracias al éxito alcanzado, ese mismo año también lo hizo en una exclusiva calle de San Isidro. Este año, se inaugurará, con una inversión de US$ 800 mil, la primera franquicia en la Molina.
Christian Bravo, chef y dueño de la marca, revela una de sus metas más ambiciosas: entrar en el mercado externo. Sin embargo, advierte que primero es necesario expandir su concepto de restaurante gourmet confortable, y que, al final del año, el comprador de la franquicia sea “el hombre más feliz del mundo”.
“Antes de pensar en el exterior, debemos tener mejor experiencia en el mercado local, a paso corto pero seguro. Tenemos que ponernos a prueba con esta primera franquicia. Yo no me vuelvo loco, tomo las cosas con calma”, comentó.
El concepto gourmet de Bravo Restobar –según Bravo– no busca dar la idea de comida exclusiva ni lujosa, orientada solo a cierto segmento de comensales, sino que se trata de ofrecer buena comida a precios cómodos (entre 20 y 40 soles) al alcance de todos.
El chef precisó que “lo gourmet no busca asustar a cliente. El perfil del consumidor clásico de Bravo Restobar no es nada acartonada, sino más bien es aquel que disfruta de la buena comida, del buen servicio y música distinta”.
Asimismo, Bravo señala que su carta es muy completa pues ofrece diversas alternativas que van desde lo más liviano (como ensaladas), pasando por lo más creativo, hasta lo más clásico, como una pizza. “Cada verano, introducimos nuevas innovaciones en la carta”.
Con respecto a la barra, Bravo cuenta que se le ha dado un mayor impulso al pisco debido a la cercanía que el cliente habitual ha encontrado con ese aguardiente. “El pisco ha tomado una relevancia importante y ha llegado a desplazar al whisky”, finalizó.