Si hay un elemento que es susceptible de mejora dentro de nuestros hábitos alimentarios, ese es, sin duda, el hecho de hacer la compra, sobre todo en estos últimos años en los cuales el proceso de comprar comida se ha hecho mucho más cercano al comprador ya sea a través del móvil o con los avances tecnológicos como las “neveras inteligentes”.
Si uno lo piensa fríamente, el proceso de ir a un supermercado es realmente raro. Primero, entras en un gran espacio donde tienes que recorrer varios cientos de metros, buscando los productos que quieres adquirir. Un proceso ya de por sí bastante ineficiente.
Cuando encuentras el producto, lo metes dentro de un carrito o bolsa de la compra. Y luego, sacas todos esos productos para que los pasen por un cajero y los puedas pagar. Y finalmente, los vuelves a meter de nuevo en la misma bolsa del que los habías sacado, para volverlos a sacar y colocar cuando llegas a casa.
Mercado tradicional vs. Supermercado
En algunos aspectos, los supermercados son un avance en relación a lo que podría ser un mercado tradicional. Y en parte, su éxito reside en que se paga todo de golpe.
A diferencia de un mercado tradicional, donde vas de puesto en puesto pagando cada vez, en un supermercado te ahorras cada uno de estos pagos individuales. Esto hace que el proceso de comprar en el supermercado sea más eficiente.
De hecho, los mercados tradicionales deberían implantar algún sistema de pago similar. Es decir que cada tienda te diera un ticket y que luego pudieras pagar de golpe o con el móvil.
No obstante, el supermercado también podría mejorar bastante. Bien es cierto que en algunos hipermercados ya han empezado a cambiar las cosas, y que puedes ir con una “pistola” que va leyendo los códigos de barras para que luego te den el pedido. Aunque aún falta algo remueva a la industria tradicional de los supermercados.
¿Una revolución pendiente?
Hay un fuerte arraigo o necesidad de socializar la compra. Es decir, de ir físicamente al súper. Nos gusta estar en un espacio con más gente, y más que eso todavía, nos gusta y necesitamos ver lo que compramos.
En el fondo, lo que nos gusta poder elegir. Poder tener un montón de cosas para comprar. Y muchas veces, dejarnos llevar por la tentación de comprar lo que no habíamos pensado.
Está claro que ese margen a la improvisación, lo tienen más que estudiado en las grandes superficies de alimentación, y es ahí donde ganan bastante dinero. También saben que cuánto más tiempo pasemos recorriendo la superficie más probabilidades hay de que compremos algo más. Está claro que, por su lado, los incentivos para cambiar el método serán pocos o ninguno.
Hoy en día, con los nuevos teléfonos inteligentes, el proceso de “descargar alimentos” a un carrito y “volver a subirlos” en la línea de caja podría pasar a la historia.
Básicamente, se trataría de ir escaneando códigos QR para que al final, en la salida del supermercado, nos lleváramos directamente la cesta, o que nos la enviaran a casa. De hecho creo que deberíamos poder saber inmediatamente el importe de cuanto vamos comprando, y no esperar hasta la salida para darnos con esa “sorpresa”.
Es más, no sería descabellado pensar en Apps, con las que entráramos en un supermercado X, fuéramos escaneando códigos de barras, y nos hicieran una oferta conjunta al mejor precio, entre varias opciones de distintos sitios. Por supuesto, la clave es que sea inmediato, que hoy mismo, o en unas horas pocas lo tengamos en nuestro domicilio. Aquí la logística también tendrá mucho que decir.
Neveras inteligentes
Un punto final, serían las “neveras inteligentes” en el cual debes “dejar la leche siempre en el mismo sitio” para que la nevera sepa cuándo hay o no hay leche. Esto es más práctico que haya apps, móvil-nevera, y que esta última funcione como un inventario de alimentos. Lo que llaman ahora el internet de las cosas.
Sería posible que en el mismo momento de comprar, nuestro móvil comunicara a la nevera lo que hemos comprado, y que ésta actualizara su inventario, a través de ello, podría saber qué productos son “de nevera” y cuáles no. Incluso, nos podría avisar, basándose en datos históricos y hábitos de consumo, dietas, etc, de los productos que se nos han olvidado, o cuales nos hacen falta para programar nuestro menú semanal.