Los arquitectos Rodolfo Miani y Martín Freyre han participado en múltiples proyectos de alto perfil en la región y llegaron al proyecto hace seis años.
“El mall es la plaza urbana del siglo XXI”, indicó Rodolfo Miani con la seguridad que años de experiencia como arquitecto experto en retail le dan.
Él y su socio de BMA estudio, Martín Freyre, son responsables del diseño y construcción del último centro comercial limeño: el Real Plaza Salaverry.
Naturalmente, un proyecto así de grande no convoca nombres anónimos.
BMA estudio se ha encargado de plazas como Parque Arauco en Chile, centros comerciales en Argentina y la remodelación de Larcomar en tierras locales. Su catálogo es extenso y su reputación los precede.
“Hace seis años recibimos la llamada de Rafael Dasso para hablarnos del proyecto del Real Plaza Salaverry, y desde entonces supimos que se trataba de un gran proyecto, pero también de un espacio muy complicado”, detalla Rodolfo Miani.
Según el experto, el terreno era un triángulo estrecho muy metido en una zona residencial. No podían hacer una gran caja, eso no bastaba para este terreno en particular.
“Decidimos que tenía que hacerse un edificio urbano que se abriera a la comunidad, que pudiera ser parte de la ciudad”, explica Martín Freyre.
Hacia arriba
Para ello diseñaron una estructura hacia arriba con cinco pisos visibles, pero mucho más detrás, o mejor dicho, abajo.
Según Miani, “aunque se trata de cinco pisos, lo cierto es que son nueve si se suman los cuatro niveles de estacionamiento, pero hablamos de plantas muy altas, así que en realidad el proyecto tiene la misma altura que un edificio de oficinas de 16 pisos, así de complejo es”.
Pero ¿irse tan arriba no es perder la atención del cliente?
Según los profesionales, la respuesta es un contundente no. “Esa idea de que el cliente no sube más de dos pisos ya fue”.
Pero curarse en salud no tiene nada de malo y BMA estudio supo muy bien cómo distribuir los espacios que tenían.
Detalles
Así, se plantearon un edificio con mucha mirada hacia afuera: vegetación, luz natural y mucho ‘balconeo’ y terrazas primaron en el diseño.
Dos años tomó construir esa visión. Preguntados por un elemento distintivo de la construcción local respecto de otros centros comerciales en la región, no dudan en la respuesta.
“La gastronomía en Lima es casi un hecho arquitectónico que influye en el espacio, hemos pensado el centro comercial casi como un tributo hacia el limeño que aprecia la buena comida”, detalla Miani.
Es por eso que los espacios dedicados a la comida miran hacia afuera y están llenos de terrazas. Con eso también buscaban que el edificio se mimetice con la zona. Pero todos estos detalles “sui géneris” han influenciado en el presupuesto del proyecto.
“El 30% del presupuesto se fue en la infraestructura, pues invertimos mucho, por ejemplo en tener espacios con mucha luz natural, la idea era que todos recibieran esa luz y que la diferencia fuera mínima cuando esta se perdiera”, explica Freyre.
Más dóciles cuando están convencidos
Lidiar con las marcas que ocupan un mall no es cosa fácil. “Cuando un proyecto es un hecho seguro de éxito, es más fácil negociar con las marcas por los espacios, se ponen más dóciles cuando están convencidos de que les irá bien”, explica Rodolfo Miani.
Según el experto, las marcas deben presentar su diseños y estos se negocian y aprueban en BMA.
Superficie
El Real Plaza Salaverry tiene un total construido de 202,900 m2. El centro comercial cuenta con 1,900 cocheras. Según BMA estudio, el proyecto completo costó US$197 millones.
Para los arquitectos Rodolfo Miani y Martín Freyre, un mall internacional debe estar marcado por una gran plaza. En el caso del centro comercial local, la plaza debía ser gastronómica por la vinculación del cliente local con la comida.
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