Durante los últimos diez años, la consultoría se ha transformado drásticamente. Hoy estamos ante una industria global, especializada y con mayor capacidad de ejecución. Sin embargo, el principal cambio de esta industria del conocimiento es su tangibilidad.
Los consultores, más que simples asesores externos, son hoy vistos como socios estratégicos y permanentes de las empresas, así como generadores de cambios y tendencias.
Antes, los consultores eran contratados para hacer un proyecto específico, un diagnóstico, un estudio o un informe. Hoy, la consultoría se emplea cuando se requieren procesos de transformación, lo que exige relaciones de confianza y de apoyo en el largo plazo.
Por eso, los consultores son vistos más como socios que como simples asesores externos.
La consultoría en la actualidad es concebida como una potencializadora de las inversiones. Por tanto, el precio dejó de ser la variable decisoria para los empresarios a la hora de contratar sus servicios y, factores como el impacto y el retorno que se van a obtener son más decisivos.
Los factores que más se valoran a la hora de contratar los servicios son la experiencia y la capacidad de análisis de la firma consultora. El consultor observa la empresa desde afuera y aporta con su experiencia perspectivas diferentes del negocio y la industria. Factores como la capacidad de implementación y trabajo en equipo son especialmente valorados en proyectos de tecnología pues ayudan a acelerar procesos de cambio en la organización y a transferir conocimiento.
Otro factor clave a la hora de elegir un consultor es la capacidad de comunicación, especialmente en recursos humanos pues, por ser una opinión externa, tiende a ser aceptada más fácilmente por todas las partes y facilita la implementación de grandes cambios. Otros factores resaltados por empresarios y consultores, como el eje de su relación, son la capacidad de adaptación, negociación, persuasión, innovación y de trabajo en equipo. Pero, sin duda, el factor clave presente en la relación es la confianza.