Un estudio realizado por Edelman, la empresa de RR.PP, observó que esta tendencia se ha acentuado en los últimos años. Entre 2008 y 2012, el 48% de los clientes apostaba por este tipo de empresas socialmente responsables; y ahora en 2012 este porcentaje se eleva hasta el 53%
Estas buenas acciones propician incluso que los clientes sean más fieles y compren con mayor asiduidad. En 2010, el 67% de los encuestados indicó que compraba productos de este tipo de marcas al menos una vez al año. Sin embargo, el 47% de los clientes que practican el consumo solidario, lo hacen con una frecuencia mensual, un porcentaje que en años anteriores se situaba no llegaba al 20%.
Estos beneficios no solo repercuten directamente en el cliente, sino también en su entorno. 3 de cada 4 clientes confirmó que recomendaría un producto de una empresa concienciada con alguna causa social, así como también estaría dispuesta a hablar en favor de la marca en su entorno.
Las prácticas mejor valoradas por los consumidores son las donaciones, mientras que aquellas iniciativas como fomentar el empleo o la cooperación con otras empresas gozan de menor popularidad. La lucha contra las enfermedades y la asistencia sanitaria son el tema de mayor interés para los consumidores, seguido de cerca por el cuidado y protección del medio ambiente.
A la hora de poner en marcha una acción solidaria, no sirve con la intención. La base del éxito radica en elegir una causa de interés general, y encontrar el modo de relacionarla efectivamente con la marca. Una vez puesta en marcha la actividad, ha de darse a conocer con una campaña de comunicación efectiva, que sirva para dar la mayor repercusión a la iniciativa, pero nunca desde el punto de vista comercial, sino dándole la relevancia que merece por el beneficio que aportará a la comunidad. Con ello se pretende implicar al consumidor y que éste se sienta identificado con la causa y, por ende, con la marca.