El COVID-19 es una situación sin precedentes que ha confinado a millones de personas en sus hogares, sacudido las bolsas, cerrado empresas, mercados, restaurantes y calles, paralizando las economías.
Hoy es el momento de reaccionar de manera coordinada frente a los nuevos desafíos, porque la innovación y la digitalización están aquí para quedarse.
Esto ha cambiado la forma en la que trabajamos, aprendemos, compramos o nos relacionamos, motivo por el cual debemos estar preparados para la llamada nueva normalidad.
Aunque a pesar de los beneficios de la tecnología, esta no se distribuye por igual, ya que más de 3.600 millones de personas en el planeta aún no tienen acceso a internet, por ello, para millones de niños acceder a una educación en línea es un sueño remoto.
Sin duda, la educación, el impulso al sector privado y la comprensión de esta revolución tecnológica, serán ingredientes clave luego del COVID-19. Esta es una tarea compleja que requerirá un amplio consenso social y una acción determinada de los gobiernos.
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En medio de toda esta coyuntura, ya vivíamos en la era de la globalización, el cambio climático, la transformación digital, la economía colaborativa, la concentración urbana y la despoblación del mundo rural.
Por otra parte, las líneas de producción requerirán cada vez de menos mano de obra gracias a máquinas más eficientes, la automatización y la robótica.
Esta crisis pasará, pero no debemos olvidar que la innovación y la digitalización son el camino para la supervivencia y el desarrollo.
Mientras tanto, la transición a la cuarta revolución industrial, combinada con una crisis de gobernabilidad, hace imprescindible reconsiderar a fondo el capital humano y adaptar la educación al mercado laboral para conseguir prosperidad y estabilidad.
Finalmente, en este macro escenario mundial frente al COVID-19 estamos viendo transformaciones constantes de nuevos productos y servicios.