Desde el pasado martes 1 de septiembre, han dejado de fabricarse y distribuirse en la UE.
Se cumple así la Directiva de la Comisión Europea destinada a retirar del mercado aparatos de alto consumo y escasa eficiencia energética.
Se trata de un auténtico apagón incandescente, porque a las bombillas de 100 W seguirán las demás. Las más usadas, las de 60 W, estarán disponibles hasta septiembre de 2011 y las de 40 W y 25 W hasta septiembre de 2012.
Sólo el 10% de la electricidad que emplean esos dispositivos se destinaba a iluminar; el otro 90%, se disipa en forma de calor. La autoridad comunitaria cree que destinar al olvido las viejas bombillas va a permitir a la UE dejar de emitir 15 millones de toneladas de CO2 y ahorrar 5.000 millones de euros al año.
En el Instituto para el Desarrollo y el Ahorro de la Energía (IDAE), dependiente del Ministerio de Industria, valoran positivamente la decisión comunitaria. No tenía sentido dejar de venderlas en nuestro país si en otros vecinos se seguía comercializando, explican en el IDAE.
También los fabricantes apoyan la normativa. De hecho, la Comisión Europea la aprobó en 2008 tras llegar a acuerdos con el sector. Philips España, lo considera como una “oportunidad en lo relativo a sostenibilidad y eficiencia energética, eficacia y calidad luminosa.
Los ecologistas comparten satisfacción por el fin de la bombilla clásica. La organización ecologista WWF considera que es un gran paso hacia el ahorro energético y la lucha contra el cambio climático.
La crisis energética y el cambio climático obligan a desterrar la derrochadora lámpara incandescente. Donde no hay acuerdo es en cuál es la mejor opción para reemplazarla.
Ahora mismo, hay tres opciones distintas a la vieja bombilla: la lámpara de bajo consumo, la bombilla halógena y los diodos LED, pero todas tienen algún inconveniente. O bien por el desembolso inicial o porque sus prestaciones no son iguales a las que el consumidor está acostumbrado.
El primer factor es el precio.Si una lámpara incandescente de 100 vatios valía unos 60 céntimos de euro, los modelos equivalentes en luminosidad cuestan más caros: la de bajo consumo sale por 8-9 euros, la lámpara halógena por 7-8 euros y una de diodos LED entre 40 y 50 euros.
Además hay otras objeciones técnicas. WWF, por ejemplo, recuerda que las halógenas también tienen un rendimiento energético bajo y piden que sean retiradas del mercado.
Para muchos, el futuro está en la tecnología de los diodos LED. Duran casi eternamente y consumen una cantidad mínima de energía, pero apenas están desarrolladas para uso doméstico
A partir de 2012, la UE sólo permitirá los halógenos de última generación, que emplean un 50% menos de energía y duran tres veces más que las bombillas convencionales.