El grupo español de tiendas departamentales El Corte Inglés está analizando el futuro de 20 locales no rentables abiertos a partir del año 2000.
Y es que a pesar que tiene una cuarta parte de sus grandes tiendas con pérdidas estructurales, se resiste a cerrarlos por razones de imagen corporativa.
La mayoría de los centros improductivos se abrieron entre los años previos y posteriores al estallido de la crisis, como los de las ciudades de Leganés, Jaén, Guadalajara, Talavera de la Reina, Oviedo, Elche, Oviedo, Albacete o Eibar, según refiere El Confidencial.
Estas aperturas supusieron una inversión de 3.500 millones de euros y la media de contratación fue de mil personas, lo que traería un importante recorte de su plantilla de trabajadores.
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El Corte Inglés cerrará este mes de febrero el ejercicio económico de 2016, en el que ha conseguido salvar los muebles con un incremento del 34% de los beneficios netos, aun cuando la cifra de ventas evolucionó más lánguidamente y registró un mínimo aumento del 4,3% sobre 2015.
Las cifras que arrastran constantes pérdidas tendrían como solución natural tomar medidas drásticas, como pueda ser la venta o, en su defecto, el cierre definitivo y la consiguiente liquidación del negocio.
Ello ha llevado al actual presidente, Dimas Gimeno, y a las hijas herederas de Álvarez a someter a consulta el futuro de más de 20 de sus 100 puntos de venta en España.
La decisión de reconvertir con todas las consecuencias el perímetro de operaciones supone para El Corte Inglés una verdadera crisis de identidad, y de ahí que los actuales responsables de la entidad traten de buscar todo tipo de soluciones intermedias, sobre todo en algunas de las tiendas más emblemáticas que fueron promocionadas como ejemplos de grandeza y prosperidad.
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