Blockbuster era considerada la cadena más grande de tiendas de alquiler de películas, pero su éxito no duró mucho. Esta empresa hubiera continuado siendo una de las mejores hasta el día de hoy, sino hubiera sido porque rechazó a una modesta compañía que años más tarde se convertiría en su verdugo. Sí, nos referimos a Netflix, el gigante del streaming. En esta nota te contamos la increíble historia.
John Antioco es el ex director general de Blockbuster y debe tener escalofríos cada vez que recuerda lo que decidió en una reunión en Dallas allá por septiembre del 2000, pues terminó marcando el destino de la compañía.
Resulta que en su libro Eso nunca funcionará: El nacimiento de Netflix y el poder de las grandes ideas, Marc Randolph -uno de los cofundadores de Netflix-, describe una reunión a la que asistió con Antioco y junto con el otro cofundador de la empresa, Reed Hastings, y su entonces director financiero, Barry McCarthy, en la sede de Blockbuster en Dallas, Estados Unidos.
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¿Cómo se pacta la reunión entre Blockbuster y Netflix?
La noche anterior a la reunión, Randolph, Hastings y McCarthy se encontraban en el primer retiro corporativo de Netflix -en algún lugar de California- cuando McCarthy recibió la noticia de que Blockbuster quería reunirse con ellos.
En ese momento, Netflix tenía problemas. La quiebra de las puntocom había hecho que su futuro, antes sombrío, pareciera aún más complicado. Lo que sucede es que en aquel entonces, el hoy todopoderoso del streaming se dedicaba a otra cosa: era un servicio de alquiler de DVD por correo. Eso era todo lo que se podía hacer en aquella época de velocidades de descarga más lentas.
Dos años antes, y en una época de mayor dinamismo económico, Hastings y Randolph habían rechazado la oportunidad de ser comprados por Amazon, la empresa de Jeff Bezos. Ahora una adquisición por parte de Blockbuster parecía la solución perfecta y el salvavidas para mantener a Netflix a flote.
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Con esto en mente, los ejecutivos de Netflix llevaban meses solicitando una reunión con los dirigentes de Blockbuster. Ahora llegó la noticia de que el gigante del alquiler de videos quería reunirse con ellos. El encuentro sería a las 11.30 de la mañana siguiente en Dallas, que estaba a menos de 12 horas de distancia.
Hastings señaló que podrían llegar si alquilaban un avión para las 5 de la mañana del día siguiente. McCarthy objetó: eso costaría al menos US$ 20.000 cuando la empresa estaba a punto de quebrar. “Hemos esperado meses para conseguir esta reunión”, replicó Hastings.
“Vamos camino de perder al menos US$ 50 millones este año. Tanto si lo conseguimos como si no, otros US$ 20.000 no supondrán ninguna diferencia”. La lógica de esto era ineludible así que alquilaron el avión.
La propuesta de Netflix a Blockbuster
En la sede central de Blockbuster en Dallas, todo parecía diseñado para impresionar a los visitantes con la riqueza y el poder de la empresa, desde el edificio, que Randolph describe como “un cubo intacto de acero y cristal” hasta los mocasines de John Antioco. “Sus mocasines costaban probablemente más que mi auto de entonces”, escribe Randolph en su libro.
Antioco tenía motivos para regalarse un calzado de lujo. No sólo había cambiado la suerte de Blockbuster, sino que la había llevado a una exitosa salida a bolsa que recaudó u$s 465 millones el año anterior. “Estaba dispuesto a escucharnos, pero era mejor que lo que dijéramos fuera bueno”, escribe Randolph en su libro.
Hastings repasó rápidamente los puntos fuertes de Blockbuster y luego señaló que había áreas en las que podía beneficiarse de la posición de mercado y la experiencia de Netflix. “Deberíamos unir nuestras fuerzas”, dijo. Luego, añadió: “Nosotros llevaremos la parte online del negocio combinado. Ustedes se centrarán en las tiendas. Será realmente un caso en el que el todo es mayor que la suma de sus partes.”
La respuesta de Antioco debería ser enmarcada como esas frases que quedan en la historia por lo erradas: “La histeria de las puntocom es completamente exagerada”. El consejero general de Blockbuster, Ed Stead, explicó a continuación que los modelos de negocio de Netflix y de casi todos los demás negocios en línea no eran sostenibles y nunca ganarían dinero.
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Los ejecutivos de Netflix debatieron este punto con él durante un rato, y luego Stead fue al grano: “Si los compráramos, ¿en qué están pensando? Es decir, una cifra”. “Cincuenta millones”, respondió Hastings.
Luego, Randolph observó cómo una extraña expresión cruzaba el rostro de Antioco. Duró sólo un momento, escribe. “Pero en cuanto lo vi, supe lo que estaba pasando: John Antioco estaba luchando por no reírse de nosotros”.
¿Cómo terminó la historia?
Obviamente, Blockbuster no aceptó la oferta de Netflix ni hizo una contraoferta seria. “La reunión fue cuesta abajo bastante rápido después de eso, y fue un largo y tranquilo viaje de vuelta al aeropuerto”, escribe Randolph.
Antioco dejó Blockbuster después de una prolongada disputa con el miembro del consejo Carl Icahn y la compañía se terminó por declarar finalmente en bancarrota en 2010. La última tienda cerró en 2014, salvo un local que sigue abierto en Oregon como atractivo turístico.
La historia tiene muchas moralejas: sobre la arrogancia y sobre no tirar la toalla antes de tiempo. Los ejecutivos de Netflix aprendieron la suya. ¿Antioco habrá aprendido algo? Su decisión fue el beso de la muerte para una empresa que llegó a tener 25.000 empleados distribuidos en todo el mundo y hoy solo es un recuerdo en la cultura popular.