Mientras España se debate en una lucha por salvarse de la humillación de pedir un rescate financiero a sus aliados europeos, en el escenario está también Amancio Ortega, fundador del exitoso grupo de moda Inditex, cuya fortuna -que ronda cómodamente por encima de los 30,000 millones de euros- lo convierte en el hombre más rico de Europa.
El negocios de Inditex, dueña de las marcas Zara, Massimo Dutti, entre otras, va viento en popa. En términos de ventas, es la mayor minorista de moda. En cuanto a su modelo de negocios flexible y de gran productividad -dos semanas después de diseñar un atuendo lo coloca en las tiendas- establece un punto de referencia mundial para el sector.
Cuando Inditex presente sus resultados del primer semestre el próximo miércoles, los principales riesgos serán la desaceleración de las ventas o de las perspectivas de crecimiento del grupo. No son motivo de alarma en sí mismas, pero simplemente podrían dar a los inversionistas una excusa para vender las acciones. Sin embargo, Inditex no debería estar nervioso por los movimientos a corto plazo en los precios de las acciones. Sin duda, una corrección en los precios ha sido largamente atrasada. Pero ciertamente no será nada de qué avergonzarse.
A principios de junio, antes de Inditex reportara un impresionante salto del 30% en sus ganancias del primer trimestre, la cotización se ubicó en 65 euros. La semana pasada alcanzó los 92 euros, un aumento del 40%. La destacada trayectoria de Inditex justifica su surgimiento este año como la mayor empresa de España por capitalización bursátil. A pesar de ello, el alza de la acción desde junio parece demasiado supersónica.
A pesar de que Inditex está ampliando su presencia en China, Estados Unidos y América Latina, por no hablar de su negocio en línea, dependió de una Europa plagada por la recesión para obtener 70% de sus ventas el año pasado. La proporción está disminuyendo, pero se espera que España por sí sola represente el 22% de sus ventas globales.
Uno de cada cuatro españoles está desempleado, según las (ciertamente engañosas) estadísticas oficiales. Las ventas minoristas españolas cayeron en julio por vigésimo quinto mes consecutivo. Sería un milagro que esas duras condiciones en España y en otras partes de Europa no dejaran una huella en Inditex. La empresa no puede permitirse el lujo de ser complaciente. Afortunadamente, no parece haber muchas posibilidades de esto al mando de Pablo Isla, quien sustituyó a Ortega el año pasado como presidente y presidente ejecutivo.
Observa lo rápido que Inditex declaró que no subiría los precios en España a pesar de la introducción gubernamental este mes de un incremento de 3 puntos porcentuales en el impuesto al valor agregado (IVA), al 21%. En lugar de ello, tratará de absorber el aumento del IVA a través de la eficiencia interna.
Como sugiere este ejemplo, la expansión internacional de Inditex, aunque esencial para el futuro del grupo, no ciega a Isla de la importancia de proteger su participación de mercado y reputación nacional. El corazón de Inditex late resueltamente en España, incluso en la misma Galicia. No es sólo por presumir que la compañía está realizando una expansión de 100 millones de euros en su sede en la localidad gallega de Arteixo. Aquí es donde Zara y Zara Home, la unidad interna de mobiliario de Inditex, basará sus equipos de ventas y diseño.
Del mismo modo, el nuevo centro logístico de Massimo Dutti está siendo terminado en Tordera, cerca de la carretera de Barcelona, en la costa opuesta de España. En la fabricación de ropa, rivales como H&M traen el 75% de sus productos desde Asia, pero Inditex sigue fabricando la mitad de su ropa en su propio patio trasero: España, Portugal y Marruecos.
Detrás de estas opciones yace el cálculo de que la velocidad y la flexibilidad, las cualidades por las que Inditex es conocida, son mantenidas de mejor forma al guiar las operaciones globales desde España. Un día esto podría tener que cambiar: Convertir en un verdadero éxito a Zara en Estados Unidos, o explotar el mercado chino al máximo, podría requerir una mayor descentralización.
Al principio de su carrera, después de cancelar un pedido de negocio que casi lo llevó a la quiebra, Ortega comentó: “Hay que tener cinco dedos tocando la fábrica y cinco tocando al cliente”. Mientras Inditex siga este consejo, su futuro parece brillante.
Extracto del artículo de Tony Barber del Financial Times publicado en: