Con la información de 39 países sobre la mesa para los ocho Mundiales y todas las copas continentales entre 1974 y 2004, los investigadores concluyeron que el día después de una derrota futbolística, el índice líder de un país rinde en promedio 0,29% menos de lo que lo hubiera hecho de no haber mediado esa “desilusión nacional”.
Resulta curioso que las victorias, en cambio, no generan ningún impacto estadísticamente relevante, algo que los autores del estudio atribuyen al hecho de que los fanáticos tienden a ser excesivamente optimistas.
El efecto es más fuerte en el Mundial que en encuentros continentales.
Además, se acentúa en las etapas de eliminación, esto es, cuando la derrota supone la exclusión del país, en contraposición con las etapas de calificación o de grupo”,.De hecho, la bolsa rinde un 0,38% menos cuando se trata de una eliminación y hasta 0,49% cuando el país se queda afuera del Mundial.
El impacto es más fuerte en países como Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, España, Argentina y Brasil.
El efecto también se verifica en otros deportes, aunque algo más atenuado. “Probablemente, la pieza de evidencia más convincente sea nuestro análisis de los partidos de cricket, ya que es el único otro deporte que es tan importante como el fútbol en países como India y Pakistán”, le comentó a El Cronista Diego García, otro de los autores del estudio.
Se supone que los negocios se hacen en base a datos duros. Y que los mercados responden sólo a cálculos fríos de inversores desapasionados. No es verdad. Estudios recientes han ligado la evolución de las acciones a factores tan estrambóticos como el clima o los ciclos lunares.
El estudio sobre el fútbol tiene el mérito de ser la primera muestra ampliamente documentada de que ocio y bolsa están ligados y que el partido del domingo y la apertura del lunes pueden tener mucho en común aunque nunca coincidan en la misma sección del diario. Después de todo, la pasión de multitudes que tan bien entendemos los argentinos también tiene su correlato bursátil.