Los socios FIFA (Adidas, Coca-Cola, Emirates Airlines, Hyundai, VISA y Sony) representan la elite en oportunidades de visibilidad y asociación de marca. Cada una de estas empresas desembolsa cantidades que oscilan entre 100 y 200 millones de euros por acuerdos amplios en contenido (más de un evento FIFA) y duración (ya que se extienden hasta 2014).
En un nivel inferior están los patrocinadores de este Mundial (Budweiser, Continental y McDonald´s entre otros) que, con una inversión aproximada de 50 millones de euros, obtienen visibilidad y exposición únicamente durante Sudáfrica 2010.
Por último, vienen los patrocinadores de las selecciones, que buscan una presencia alrededor de la conexión que los aficionados tienen con sus propios equipos durante este Mundial.
Estos sponsors son los mismos que los socios FIFA u otros. Coca-Cola, por ejemplo, patrocina desde sus filiales nacionales a las selecciones de Argentina, Chile, México, Paraguay y Uruguay. Así, esta compañía busca la máxima asociación posible con el Mundial.
El sector bancario, por su parte, no tiene ninguna empresa en el grupo de los socios FIFA. Así, cada selección busca asociaciones con instituciones de su país. El Banco Nación patrocina a la Argentina, Itaú a Brasil, Banamex a México y Visión Banco a Paraguay.
El reto de la FIFA y de los organismos que gestionan las selecciones nacionales consiste no sólo en evitar estas asociaciones ilícitas sino también en proteger el valor de los enormes desembolsos de los patrocinadores oficiales, asegurando la exclusividad de asociación.
Pero nada puede impedir que el virtuosismo, la inteligencia y el ingenio se pongan a funcionar para conseguir visibilidad cuando estamos ante tantos millones de personas viviendo intensamente un evento deportivo.