Hasta ahora, las claves de un buen comercio se basaban en una buena ubicación, una oferta de calidad y buenos precios, además de un servicio atento y profesional. Así, una tienda bonita, bien surtida, limpia y ordenada tenía prácticamente garantizado su éxito.
Sin embargo, la proliferación de establecimientos, la bajada del consumo y los nuevos canales como internet han complicado el panorama comercial.
El retailer actual debe ofrecer, además de lo anteriormente mencionado, un espacio diferencial, un escenario personalizado que impacte en el cliente y le ofrezca una experiencia de compra que recuerde y lo haga volver.
Superar las expectativas del consumidor da lugar a un buen recuerdo no solo de la tienda, sino también del producto o marca.
Además, consigue otras ventajas para el retailer como mejorar el ratio de compradores que vuelven a visitar su comercio, incrementar la intención de compra, transformar a su cliente en un embajador de su marca gracias a las valoraciones positivas que compartirá con otros potenciales compradores, y por último, alejarse de la competencia ofreciendo una experiencia “memorable”.
Pero, ¿cómo transformar la experiencia de compra de mi tienda?
Para ello, debe incidir en tres elementos: cliente, escenario y producto. No obstante, el pilar fundamental sobre el que se construye la experiencia del cliente se haya en el escenario.
Arquitectura, atmósfera, layout, señalética y sorpresas son algunas de las piezas que componen el complejo “puzzle” que da lugar a un espacio diferencial que impacte en la experiencia del cliente.
La tecnología actual permite gestionar a través de una única herramienta la puesta en escena de las tiendas de una cadena o red de franquicias de forma ágil y racional.
De esta forma, sumar atmósfera, tecnología, ayuda a la venta e impacto promocional es más sencillo a la hora de decidir la inversión o mantener la imagen corporativa del comercio. Conseguirlo no es fruto solo de un buen olfato comercial, sino que también requiere ser gestionado con rigor.