“Sabemos que a diferencia de los alimentos o las medicinas, los juguetes no son un rubro esencial para que el Gobierno nos dé dólares oficiales. Pero, ¿te imaginas una Navidad sin juguetes? Ni siquiera en la peor película de terror”, dijo Yelizta Moreno, dueña de una juguetería en Caracas.
En nuestro país vecino, rige desde hace 10 años un férreo control cambiario y para adquirir el grueso de productos que se consumen, los importadores solicitan al Gobierno divisas a un tipo de cambio preferencial que casi nunca llega a tiempo por trabas burocráticas y corrupción. Así, en marzo el Gobierno lanzó el Sistema Complementario de Administración de Divisas en sustitución del Sime, pero hasta el momento sólo se ha realizado una subasta pública que ha sido insuficiente.
Mientras, las jugueterías venezolanas sobreviven ofreciendo los mismos juguetes mes tras mes y sus existencias están a punto de agotarse. Si no renuevan sus ofertas, corren el riesgo de generar enormes pérdidas en los meses de noviembre y diciembre, cuando se concentra el 70% de sus ventas anuales. Alrededor del 90% de la venta de juguetes en Venezuela es importada y el sector requiere unos 200 millones de dólares cada año para operar.
Sin embargo, las asignaciones del Gobierno no han llegado ni al 5 por ciento de ese monto. “Estamos en el límite. Si el Gobierno no soluciona el problema, no habrán juguetes en Navidad”, dijo el presidente de la Cámara Venezolana de Juguetes, Deporte y Recreación (Cavefaj), Juan Francisco González, quien indicó también que algunos de sus 200 agremiados han tenido que esperar casi un año para las liquidaciones de divisas, lo que les ha ocasionado la pérdida de líneas de crédito en el exterior.
El proceso de adquisición de los juguetes que se comercializarán en Navidad empieza en enero y se cierra hacia mediados de año, ya que las respuestas de los fabricantes en China demoran hasta tres meses, luego el trayecto en barco toma un mes y medio y la nacionalización de los productos en Venezuela se extiende hasta un mes.