La resolución del Indecopi que permite a los espectadores ingresar a las salas de cine de Cinemark y Cineplanet (a excepción de las salas ‘prime’) con productos iguales o similares a los que venden en sus confiterías, cuyos plazos de ejecución se reanudarán este 17 y 21 de marzo, respectivamente, podría generar grandes cambios no solo a las empresas involucradas, sino a toda la industria.
Para el abogado Alejandro Falla, socio del estudio Bullard Falla Ezcurra y catedrático de la Universidad del Pacífico, esta medida correctiva, dada por la Sala Especializada en Protección al Consumidor, es ilegal porque atenta contra la libertad de empresa.
Los gremios empresariales como Confiep, la SNI, Comex, Accep, entre otros, también han mostrado su rechazo, al igual que la Asociación Nacional de Salas de Cine (Anasaci), integrada por Cinemark, UVK, Cineplanet, Cinerama, Cine Star y Cinépolis.
Por su parte, Arnaldo Aguirre, gerente de cuentas senior de Arellano Márketing, sostuvo que elevar precios es la opción más fácil, pero la menos recomendada. Lo más acertado sería que tanto Cineplanet como Cinemark apelen a su creatividad. Detalla que, por ejemplo, una alternativa es elaborar paquetes que incluyan la venta de la entrada al cine y de la canchita con gaseosa.
“Hoy el entretenimiento y la comida son los principales imanes de flujo de visitantes a los centros comerciales, entonces, los cines deberían aprovechar mejor sus áreas para generar nuevos negocios y hacer que los mismos consumidores que van a sus salas gasten más”, indicó Ernesto Aramburú, director gerente de Inversiones y Asesorías Araval.
Según el CEO de Cineplanet, Fernando Soriano, los cines no viven solo de vender entradas, sino de brindar una experiencia, y eso incluye el negocio de confitería, cuyos ingresos ayudan a compensar el bajo margen de ganancia que les deja la boletería.
“Hoy, nuestro precio promedio de las entradas es de S/11,69. De este monto casi el 30% se va al gobierno central y al gobierno local [en impuestos]. De esos S/9 restantes, la mitad es para el distribuidor o dueño de la película y, otro tanto, para pagar el impuesto a la renta, los derechos propios de estar en un centro comercial, gastos fijos y administrativos. Esto definitivamente nos golpea”, explicó al diario El Comercio.
Otra propuesta interesante es ir más allá de la proyección de la películas.
“Si el Óscar es la premiación más importante del cine, ¿por qué no proyectarla en el cine? ¿Por qué no también proyectar los partidos de fútbol del Mundial Rusia 2018 o los clásicos del fútbol local?”, se pregunta Fredy Alvarado, director en la Universidad San Martín de Porres (USMP).
Y es que si bien ya se han visto algunos esfuerzos en esta línea, como la proyección de conciertos en la cadena Cinemark o de funciones de ópera de Nueva York en UVK, los expertos consideran que estos aún son muy aislados.
“Las cadenas de cines tienen que romper paradigmas. Aún están en la fase de ofrecer los productos básicos y ampliados, pero tienen que salir fuera del cuadro e ir a los productos potenciales”, comentó.