En nuestro país existe un grupo selecto de empresas que tienen más de 100 años acompañando a los peruanos. Este el caso de Field, la compañía pionera en el sector de golosinas que enfrentó grandes vicisitudes como la Guerra con Chile, una fuerte crisis y hasta un feroz incendio que destruyó su fábrica, pero permanece incólume en el corazón de todos.
El inicio de Field
La historia de la marca inicia con la llegada al Perú del ciudadano inglés Arturo Field, en 1863. Pese a que en ese año reinaba la inestabilidad económica y política en nuestro país, el visionario decidió arriesgarse y emprender su negocio galletero junto a su amigo y aliado, el francés Adolfo Fribourg. De esta forma, se dio inicio al mercado de golosinas en nuestro país.
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Por esos años, Lima llegaba apenas a los 100 mil habitantes, pero era una ciudad que empezaba a ver crecer su actividad comercial. Hasta ese momento, lo que se vendía era mayormente importado, así que Arturo Field vio una gran oportunidad de negocio.
El primer local de la empresa fue en una antigua casona en el centro de Lima. En este lugar, Field y Fribourg colocaron máquinas y un horno, y además, contrataron un pequeño grupo de operarios. Poco tiempo después y con la finalidad de crecer, mudaron la fábrica al Callao, a un local mucho más grande.
Field y la guerra con Chile
Para 1877, Field ya era una marca consolidada y se preocupaba en indicar que sus galletas eran “producto peruano”. Esto era clave, pues aún en nuestro país se importaban golosinas y galletas. Las presentaciones de Field eran muy variadas: tenían galletas de soda, de chocolate, con grageas, surtidas, entre otras. Un año antes de la guerra con Chile, en 1878, Field exportaba con éxito sus productos a Chile, Ecuador, Bolivia y Centroamérica.
Cuando Lima fue ocupada por las tropas chilenas durante la denominada Guerra del Salitre, los trabajadores de la fábrica Field tuvieron que apoyar en la defensa de la ciudad, lo que ocasionó que la mayoría de ellos murieran en los reductos de Miraflores con verdadero heroísmo.
Lo acontecido provocó una crisis que se reflejó en la baja de la producción del sector, así como una paralización en las importaciones, por ello muchas fábricas fueron destruidas.
Entre 1890 y 1900, década posterior al final de la guerra, la recuperación económica se volvió cada vez más lenta. Debido a esto, el 12 de junio de 1896 se creó la Sociedad Nacional de Industrias, a la que Field integró y poco a poco logró recuperarse.
Por entonces, se elaboraban más de 250 clases de galletas, y muchos dulces secos, confites, pasteles, chocolates, hasta mantequilla y café. En tanto, la cabeza de todo, Arturo Field viajaba continuamente a los EE.UU. para mantenerse al día con la tecnología más avanzada en el ramo.
El lamentable hecho dejó sin trabajo por dos años a unos 400 trabajadores, entre hombres y mujeres. Recién en febrero de 1946, se logró reiniciar las actividades al 100% con una nueva fábrica, ubicada en la avenida Venezuela, a la afueras del centro de Lima.
En las décadas posteriores, la empresa de golosinas pasó por varios dueños, quienes implementaron varias marcas de galletas igual de emblemáticas que la Soda Field. Por ejemplo, aparecieron las Coronitas, Pipos, Miami, Mostro y los caramelos Picolines y Cocorocos.
Tiempos recientes
Durante la década del 70, la marca despertó el interés de importantes inversionistas locales y extranjeros a lo largo del tiempo. En 1970 fue adquirida por la familia Arteaga. Y en 1992, la compró la foránea ‘Golosinas Internacionales’. Un año después, en 1993, pasó a manos de Nabisco, una transnacional estadounidense del rubro. Mientras que en el 2000, la multinacional Kraft Foods (actualmente Mondelez) compró Nabisco.
Hoy en día, Field es una de las principales representantes de Mondelēz Perú y cuenta con un portafolio de 11 marcas que han logrado posicionarse en la mente de los consumidores peruanos: Doña Pepa, Cua Cua, Coronita, Vainilla, Charada, Butterfield, Cream Crackers, Chokosoda, Travesuras, Wafer y la tradicional Soda Field. Algunos de estos productos se exportan con éxito a Chile, Bolivia y Ecuador.
Ciento cincuenta y ocho años han pasado desde el inicio del sueño de Arturo Field, pero pese al paso del tiempo, su visión y espíritu emprendedor se mantienen vivos en el corazón y el paladar de los peruanos.