El dinamismo de la construcción –residencial, comercial y de oficinas– ha encarecido el valor de la tierra y pone en cuestión su uso en los grifos. ¿Cuánto más podrán resistir las cadenas de estaciones de servicios la presión inmobiliaria?
La pregunta se acentúa en el caso de las que trabajan en piso plano y están rodeadas de edificios de altura que maximizan la rentabilidad del metro cuadrado.
Algunas estaciones de servicios que, ante la resión, podrían llegar a vender su propiedad. Sin embargo, una alternativa previa es optimizar el espacio y potenciar el creciente negocio non oil: las tiendas de conveniencia (markets) y los locatarios, que pagan renta. En esta línea, los servicios complementarios –como los de llantería, cambio de aceite y lavado- serían reemplazados.
Si bien la ubicación en esquinas de alto tráfico es clave para las estaciones de servicios, hace buen tiempo las cadenas aprendieron a sacarle provecho a la parada obligatoria del auto con una variada oferta retail. Pero no a todas les funciona repotenciar este negocio. Si los grifos están en ‘la ruta de regreso a casa’ se justifica su mayor desarrollo, pues es allí donde los clientes tienen más tiempo para comprar, comer o hacer una transacción al paso.
La decisión también dependerá de si la concentración de personas en las áreas de influencia del grifo tiene una significativa disponibilidad de gasto. Por ejemplo, las personas de los NSE A y B suelen ser las que más acuden a una tienda de conveniencia, ya que tienen hábitos de consumo más sofisticados.
Las cadenas de grifos suelen querer maximizar el retorno de sus activos y calcular mejor los réditos de maximizar el uso del suelo, en comparación con las estaciones administradas por familias. Sin embargo, en cada caso se deberá analizar la oportunidad de rentabilizar mejor su ubicación estratégica. Eso sí, todo lo que hagan seguirá contribuyendo a la transformación de la capital.