Los humanos tenemos la capacidad de rellenar espacios y letras cuando a una palabra le faltan estos, a fin de encontrar un equilibrio en el universo. Es bajo esta habilidad que Gucci perdió una batalla de marcas registradas contra una empresa que parodió su nombre. ¿Cómo es esto posible? aquí te contamos.
Una empresa japonesa registró su marca CUGGL, que a simple vista y a profundidad no tiene mayor significado, salvo sostenerse de la popularidad de la firma italiana de lujo.
¿Pero, quién está detrás de esto? El empresario Nobuaki Kurokawa, de Osaka, a pesar de su reducido tamaño es famoso por parodiar justamente marcas famosas. Ha vuelto a imaginar la marca Puma en otros nombres de animales como pug, labra (dor) y pome (ranian). Estas camisetas se venden en su sitio web entre 12 y 25 dólares.
El caso que contamos hoy tiene sus inicios en octubre de 2020, cuando Kurokawa registró el nombre CUGGL y GUANFI (ambos en mayúsculas) para su uso en ropa, calzado, artículos para la cabeza y prendas de la clase 25 b. Este último se parece a Chanel cuando la mitad inferior está oculta.
Como era de esperarse, el gigante de lujo saltó a reclamar por el robo de marca, presentando una demanda ante la La Oficina de Patentes de Japón (JPO). La casa de moda italiana buscaba bloquear a CUGGL por intentar registrar un logotipo “confuso”, que según afirmaba era “esencialmente su marca registrada”.
Gucci ha sido troleada tan expertamente que incluso la ley no estaba de su lado
Sin embargo, el JPO acaba de desestimar la demanda, concluyendo que no habían suficientes similitudes entre ambos logotipos para que GUCCI presentara un caso sólido. La oficina afirma, además, que los clientes probablemente no se confundirían al pensar que era GUCCI genuino.
Entonces, por ahora, Kurokawa puede continuar vendiendo las camisetas. Esta demanda revela el dominio de Kurokawa de la ley de propiedad intelectual, al menos en el contexto del sistema japonés.
Es una forma inteligente de trolear, pero las marcas satíricas tampoco son nada nuevo en la moda. En 2013, Supreme, que notoriamente plagió a la artista Barbara Kruger por su logo, demandó a los creadores de la marca de parodia Supreme B**** por $10 millones por supuestamente copiar el logo de Supreme. El caso también fue desestimado.
Miles de usuarios en redes sociales se pusieron del lado de Kurokawa, e incluso lo llamaron “genio” por trolear a la marca de lujo de alta gama. El primero en notificar el resultado legal fue un tuit de la cuenta Halvar Flake, quien señala que el caso se trató de un “ataque de homoglifos de marcas”. ¿Cuál es tu opinión al respecto?