En 1999 el británico Kevin Ashton acuñó el término Internet de las Cosas (IoT) para definir una red que no sólo conecta a las personas, sino también a los objetos que las rodean.
Luego de 20 años y gracias al desarrollo de las tecnologías de la comunicación y el incremento de la velocidad de las conexiones de Internet, esto se ha convertido en una realidad.
De hecho, a finales de 2019 había 620 plataformas de Internet de las cosas registradas en todo el mundo, lo que supone más del doble de las existentes en 2015.
El gasto mundial en el Internet de las cosas (IoT por sus siglas en inglés) rondaría el billón de dólares estadounidenses en 2022, de cumplirse las predicciones realizadas por IDC.
Este valor representa un incremento de más de 250.000 millones con respecto a la cifra prevista para 2020.
Hacia fines de año, las estadísticas indican que más de 30 mil millones de dispositivos estarán conectados a Internet.
Para 2021, la facturación estimada de esta industria asciende a 520.000 millones de dólares estadounidenses, de los cuales aproximadamente una quinta parte es aportada por el segmento de integración de sistemas.
De cumplirse las previsiones, el número de dispositivos conectados podría superar la barrera de los 50.000 millones para el año 2030.
Una encuesta del Foro Económico Mundial mostró que el 88 por ciento de los encuestados se vieron abrumados por los impactos del IoT en sus modelos comerciales y las implicaciones a largo plazo.
Según un estudio realizado por IPlytics, la empresa coreana Samsung Electronics encabezó el ranking del Internet de las cosas con un total de 9.550 patentes, seguida de Qualcomm Incorproated, que tiene 8.545 patentes.
Una de las principales ciudades que está fomentando activamente su industria tecnológica local es Barcelona, donde las startups están poniendo datos públicos para usar en nuevas aplicaciones y desarrollar tecnologías del Internet de las cosas.