El 31 de enero parece ser la fecha indicada para que se concrete el traspaso de la red de supermercados Topsy y Bomba a la cadena argentina La Anónima.
Las negociaciones entre ambas empresas están tan avanzadas que solo restan pulir algunos detalles vinculados a algunas bocas de expendio y el futuro de una parte del personal.
El nudo de las negociaciones, según trascendió, fue el tema del dinero que tendría que desembolsar La Anónima, que ascendería a unos 700 millones de pesos (la firma centenaria estaría dispuesta a pagar 600 millones y 100 para indemnizar a quienes no quieran seguir) por todo el “paquete” que incluye a la gran mayoría de las sucursales, ya que no todas quedarían en pie una vez que se concrete el traspaso.
En esta compra, el Topsy 12 de Cipolletti, el Bomba 4 de Don Bosco y Luis Beltrán, y el 18 de Anaya y Luis Beltrán no estarían incluidos en la compra.
Desde que comenzó a circular el rumor de venta, entre los empleados de la cadena neuquina es el único tema de conversación, incluso con los clientes.
Nuevo encuentro
Incluso, está prevista una reunión de delegados con el propietario de Topsy y otra entre el Centro de Empleados de Comercio (CEC) con las autoridades de La Anónima. En este caso, se analizará el futuro de los proveedores de la cadena neuquina.
“Queremos ver qué pasará con ellos porque, obviamente, están muy preocupados”, reconoció el titular del CEC, Sergio Rodríguez.
El dirigente reconoció que dentro de Topsy hay un grupo de empleados que no quiere seguir con los nuevos dueños y que será la cadena neuquina la que tenga que arreglar algún retiro.
“La Anónima está dispuesta a mantener la planta de personal, pero si hay gente que no quiere pasar es un problema que tendrá que resolver el vendedor”, aseguró el dirigente gremial.
Rodríguez reconoció que entre los empleados hay una lógica preocupación porque “significa un cambio importante”, pero se mostró esperanzado en que el traspaso se realice sin mayores inconvenientes.