Las bodegas son tan importantes en nuestra vida diaria que no nos damos cuenta del impacto que tuviera nuestra economía si dejaran de existir.
¿Qué pasaría si la bodega de la esquina de su barrio desapareciera?; usted tendría que desplazarse más para comprar los productos del día a día, imagínese hacer una fila de 10 o 20 personas solo para comprar una gaseosa y así aplacar el calor del verano.
En los dos últimos años el crecimiento de bodegas ha disminuido, pero su facturación ha aumentado cerca de un 20%; ¿Cómo puede ser esto posible frente a los supermercados que empiezan a florecer en cada distrito?, la respuesta es sencilla, aproximadamente el 60% de peruanos no programa compras mensuales o semanales –en muchos casos su economía no se lo permite– ¿Qué es lo que hacen? compran diariamente sus productos en la bodega de su barrio.
La mayor ventaja que tienen las bodegas es ese trato íntimo, los bodegueros –siempre hospitalarios–nos llaman ‘vecino’, aunque no lo seamos; y los más duchos conocen a sus clientes regulares por nombre y apellido.
Según la información del Registro Nacional de Municipalidades, el último año en todo el Perú se otorgaron más de 93 mil licencias de apertura de establecimientos, de las cuales 21 360 se destinaron a la apertura de bodegas; si bien esta cifra es alentadora, debe de tomarse con pinzas, debido que muchas de estas bodegas pasan a la formalidad, regularizando su situación.
Además, con la especialización que algunas marcas suelen dar a muchos bodegueros para que se adaptan al nuevo mercado, es que estas se transforman en minimarkets y ofrecen servicios y productos especializados según las necesidades de sus clientes: recargas de teléfonos, fotocopias, delivery, etc.
Y aunque desde hace varios años se abrió la discusión si la proliferación de supermercados extinguiría a las bodegas, parece que aún hay mucho por ver en nuestro mercado.