El cocodrilo de Lacoste y su camiseta son conocidos en todas partes del mundo. Pero lo que muchos no conocen, es que detrás de esta marca, casi centenaria, se esconde la historia de un tenista profesional que supo utilizar su nombre y su fama: René Lacoste.
René Lacoste fue un reconocido y premiado tenista francés que llegó a alcanzar el puesto número 1 del ranking mundial en 1927 y que aprovechó su fama para crear y promocionar una marca de ropa con su apellido como bandera. La ropa que promocionaba al principio era únicamente deportiva, pero después de su éxito inicial empezó a abarcar muchos más estilos.
El increíble origen de la marca Lacoste
René Lacoste se encontraba en Estados Unidos con el equipo francés preparándose para la Copa Davis de 1923. El tenista vio una maleta de piel de cocodrilo que le gustó. Alan Muhr, su entrenador, le dijo de broma que le compraría aquella maleta si ganaba.
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No ganó, pero la historia llegó a la prensa, y un periodista del Boston Evening Transcript relató la pequeña broma en su periódico. Desde entonces al tenista se le conocía como “El cocodrilo”. Había nacido un icono de la moda y el deporte.
René Lacoste poseía un gran talento tanto para el tenis como para los negocios. Ganó 7 Grand Slams entre 1925 y 1929: 3 Roland Garros, 2 Wimbledon y 2 US Open. Lamentablemente, su carrera se vio truncada debido a una tuberculosis. Es así que en 1930 el tenis perdía a un campeón, pero el mundo ganaba a un extraordinario empresario y creador.
En 1928, luego del “incidente” del cocodrilo en Estados Unidos, un amigo de René le dibujó el famoso reptil. Al deportista le gustó tanto que mandó bordarlo en las chaquetas con las que salía a jugar al campo. Desde aquel momento Lacoste y el cocodrilo fueron inseparables. Y cuando se retiró decidió utilizar aquella imagen como símbolo de su marca.
Los inicios de Lacoste
En 1933, Lacoste fundó junto al empresario textil André Gillier, propietario de la mayor firma francesa de fabricación de prendas de punto, “Chemises Lacoste”, en la ciudad de Troyes al noreste de Francia.
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Pero Lacoste quería hacer algo diferente. Quería que las prendas para jugar fueran mucho más cómodas. Así que Lacoste creó unos polos en tejido de punto ligero de algodón con una textura similar a una malla que los hacía transpirables, algo ideal para combatir el calor en las pistas. Además acortó las mangas de las camisetas de tenis para hacerlas mucho más cómodas.
Probó hasta 11 prototipos hasta llegar a la versión definitiva de su legendario polo. El número 12 fue considerado el perfecto. Había nacido su máximo creación.
La marca comenzó a crecer hasta que en 1952 tuvo el empuje definitivo gracias a que el presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower vestía los polos de Lacoste para jugar al golf, lo que provocó que su prenda se viera reflejada como símbolo de elegancia y exclusividad.
La evolución de la marca
René Lacoste continuó innovando: En 1958 creó unas zapatillas para jugar al tenis, en 1963 revolucionó el deporte con la raqueta de acero, en 1964 inventó el amortiguador de cuerdas para la raqueta… Inventar era un modo de vida para él. Hasta su muerte registró más de 30 patentes no solo en tenis, también en sectores como la industria, la aeronáutica, el automóvil o el textil.
Tras ser diagnosticado de cáncer, se retiró a San Juan de Luz, cerca de la frontera con España, en Irún, donde pasó sus últimos años hasta su fallecimiento el 12 de julio de 1996. “Inventor debería estar en mis tarjetas de presentación. ¡He estado inventando toda mi vida!” – René Lacoste.