“Hay decisiones en la vida que pueden cambiarlo todo”, es una frase bastante trillada que escuchamos a diario, pero que no está lejos de la realidad. Ejemplo crudo de ello, es Adam Neumman, el fundador de una de las startup más valiosas del mundo: WeWork.
Una simple decisión desencadenó una serie de tropiezos que acabaron – en apenas 41 días – el castillo de naipes que Neumman había construido a lo largo de casi una década.
Pero, ¿cómo WeWork pasó de ser el favorito de los inversores a buscar desesperadamente una inyección de capital? Estos son los momentos.
LA REALIDAD EJECUTIVA DE WEWORK
Antes de iniciar la historia de WeWork, es importante precisar que, en octubre pasado Adam Neumann renunció a su cargo de CEO en la compañía, tras el escándalo desatado por sus presuntas malas decisiones.
De ello, la casa matriz de la empresa, We Company, le pagó una indemnización de US$1.7 billones. Actualmente, ese cargo es reemplazado por dos co-CEO el exvicepresidente de WeWork, Sebastian Gunningham, y el hasta entonces CFO, Artie Minson.
Lo último que se supo, según Financial Times, es que se prepara también la salida de esos dos altos ejecutivos, con indemnizaciones millonarias (conocidas en inglés como “golden parachute” o paracaídas dorado).
HISTORIA DE WEWORK: SUS COMIENZOS
Neumman nació hace 40 años en Beerseba, una ciudad al sur de Israel ubicada en el desierto de Néguev.
El gusto por crear comunidad lo adquiere cuando se muda a Nueva York con su hermana Adi. Ambos apuestan que ganaría el que lograra hacer más amigos en un mes en el barrio. Él perdió, pero generó una sensación más cercana con los vecinos.
Durante un concurso de emprendimientos, decidió presentar algo parecido a We Live, la unidad de viviendas desarrollada en 2016 por su empresa, si bien no logró pasar de la segunda ronda.
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Llegó un momento en que las ganas por emprender le ganaron, así que dejó algunas materias en la universidad (luego de unos años se graduó). Entre varias startups fallidas, finalmente en 2006 fundó Egg Baby, una marca de ropa infantil.
Al poco tiempo, un amigo le presentó al arquitecto Miguel McKelvey quien, tras una larga charla, lo convenció para que mude sus oficinas al mismo edificio donde él trabajaba, en Brooklyn.
Ambos compartían la idea de que había una arista poco explorada en el real estate: el alquiler de oficinas vacías para otras empresas. Fue así como crearon Green Desk en 2008, tras convencer a Joshua Guttman (el dueño del establecimiento) de que les dejara rentar un piso en su edificio.
“Notamos que ese no era el negocio, sino que había algo más grande atrás: había que generar interacción, que la gente hable entre ella, que comparta lugares comunes. Pensamos entonces en poner barriles de cerveza, café gratis y paredes de vidrio”, destacó Neumman en una entrevista.
Así, en 2010 alquiló un espacio de 300 m2 en el barrio Little Italy, Nueva York, donde nació formalmente WeWork.
¿QUÉ ES UN WEWORK?
El modelo de negocios de WeWork está basado en dos pilares: arrendar espacios en edificios por largo tiempo para ser utilizados por la marca, generarles valor agregado a esos lugares y luego sub-alquilarlos por corto plazo a emprendedores, compañías y personas que quieran utilizarlos.
Esta modalidad se llama coworking y encuentras infraestructura mucho más competitiva, dispones de sala de juntas y de reunión donde recibes a clientes. Además, de un lugar donde separar vida laboral y personal.
Así también, el espacio y la decoración es un tanto «singular», saliendo del típico mobiliario de oficinas, y es un lugar multifuncional donde desarrollar otro tipo de actividades culturales para formar comunidad entre los arrendatarios.
EXPANSIÓN DE WEWORK
Primero fue Nueva York, luego Los Ángeles y más tarde San Francisco. Mientras, los inversores tocaban a su puerta interesados en su estrategia. En 2014 comenzó la expansión internacional con la apertura de un espacio en Londres.
América latina recién aparecería en el mapa en 2017 con la inauguración de las oficinas en San Pablo. WeWork desembarcó en Argentina a mediados de ese año, cuando levantó la persiana de los pisos en la Torre Bellini. Actualmente, posee alrededor de 528 espacios en 29 países.
LA DECISIÓN QUE INICIÓ EL DECLAVE DE WEWORK
Hace dos años llegó la inyección financiera que necesitaba para potenciar su crecimiento. Masayoshi Son, CEO de SoftBank (con una importante porción de capital saudí y emiratí) realizó una enorme inversión en WeWork a través de Vision Fund: 6 mil millones de dólares.
Se trata de la mayor inversión en la historia del fondo después de Uber. La inversión de SoftBank implicaba valorar a WeWork por 47 mil millones de dólares, una cifra completamente exagerada para una empresa con mucho potencial, pero resultados aún modestos.
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En aquel momento aún no se conocían las dificultades de la compañía, pero unos meses después el folleto de salida a bolsa revelaba lo que se sospechaba: las acciones de WeWork valían mucho menos de lo que SoftBank había pagado por ellas.
Por comparar, la mayor empresa de alquiler de espacios de trabajo del mundo, Regus, tiene unos ingresos anuales y unos márgenes similares a los publicados por WeWork, y su valoración no alcanza los 4 mil millones de dólares.
En 2018, la compañía tuvo pérdidas netas de 1.900 millones de dólares, según WeWork, se debía a que están centrados en crecer. Pero, en la primera mitad del año fiscal 2019, la empresa ingresó 1.540 millones de dólares y registró pérdidas netas por valor de 900 millones.
Pero eso no es todo, entre 2016 y 2018, los números rojos de WeWork ascendieron a 3.200 millones de dólares.
El motivo de estas pérdidas, según ha explicado al periódico The Guardian, John Colley, decano asociado de Warwick Business School y experto en OPI, los precios de WeWork “están demasiado subvencionados para atraer a los clientes provocando que estos no den beneficios”.
LOS CONFLICTOS DE INTERÉSES EN WEWORK
Además, se descubrió que varias de las propiedades que arrendaba WeWork eran, en parte, propiedad de Neumann.
En su momento señaló: “Lo hice simplemente para impulsar el negocio. Si yo no uso mi propio dinero, ¿por qué otros dueños de propiedades iban a tener el coraje de comprar?”.
Quizá la anécdota más paradigmática de la forma en que Neumann exprimía la compañía para su beneficio personal sea el hecho de venderle a la compañía la marca ‘We’, que él mismo había registrado, por casi 6 millones de dólares.
EL FUTURO PARA WEWORK
El nuevo hombre fuerte de WeWork, Marcelo Claure, confirmó que habría un importante número de despidos, pero SoftBank se comprometía a garantizar la viabilidad de la compañía.
La multinacional japonesa controla ahora el 80% de la empresa, tras haber realizado un desembolso total de 18.500 millones de dólares.
Tras redoblar su apuesta, SoftBank se juega con WeWork no solo buena parte de su dinero sino su prestigio como firma de referencia en el panorama tecnológico mundial.
El dinero de SoftBank permitirá a WeWork poder sobrevivir momentáneamente sin la necesidad buscar crédito a la desesperada, pero la compañía necesita realizar importantes reformas estructurales para garantizar su futuro.
El analista Scott Galloway, uno de los primeros en destripar los problemas de WeWork, propone entre otras cosas cambiar completamente el equipo directivo para remplazarlos por expertos en el sector inmobiliario, enfocarse en aumentar los márgenes en lugar de expandirse geográficamente, y deshacerse de todos los negocios secundarios (como ‘WeLive’).
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