En los últimos años, la industria de la moda ha hecho un mayor esfuerzo para producir textiles más sostenibles y amigables con el medio ambiente y la sociedad. Sin embargo, todavía se mantiene latente el problema de la obsolescencia programada. Es por ello que la Unión Europea (UE) está cimentando las bases de una nueva regulación hacia las marcas ‘fast fashion’.
La estrategia describe que las prendas de vestir deben ser más fáciles de reparar y más duraderas como parte de un impulso para reforzar los estándares ambientales. Dichos estándares también requerirían telas y costuras de mejor calidad para reforzar la longevidad de las prendas, según presentó el vicepresidente ejecutivo por el Pacto Verde Europeo, Frans Timmermans, a la Comisión de la UE.
“Es hora de terminar con el modelo de ‘tomar, hacer, romper y tirar’ que es tan dañino para nuestro planeta, nuestra salud y nuestra economía”, enfatizó en su intervención. El bloque de 27 miembros se enfoca específicamente en cada etapa de uso de la industria, incluido el abastecimiento, el diseño, la reparación y el reciclaje.
Para 2030, los textiles que se venden en la UE deben fabricarse a partir de fibras recicladas y reducir la cantidad de microplásticos peligrosos que contienen tanto como sea posible. A nivel mundial, menos del 1 por ciento de las prendas de vestir se reciclan.
“La moda rápida debería estar pasada de moda, y los servicios de reparación y reutilización económicamente rentables deberían estar ampliamente disponibles”, añadió.
La tendencia ‘fast fashion’ debe terminar, según la Unión Europea
La Comisión Europea presentó, el último miércoles, un paquete de medidas para alargar el ciclo de vida de los productos textiles. Así también, como prohibir el ‘greenwashing’ o ‘ecoblanqueo’, es decir, las prácticas para mejorar la imagen de las empresas con campañas ecológicas.
También se propuso ampliar el espectro de la regulación para el etiquetado de los productos sostenibles, mejorar la sostenibilidad de los materiales de construcción así como la revisión de la normativa de derechos del consumidor para luchar contra la obsolescencia programada, como parte de su estrategia de economía circular.
Las cifras publicadas por la Agencia Europea de Medio Ambiente indican que por cada habitante de la Unión Europea, el consumo textil requiere 9 metros cúbicos de agua, 400 metros cuadrados de tierra, 391 kg de materias primas y provoca una huella de carbono de unos 270 kg. Cada año, los europeos compran 26 kg de ropa y ropa de casa, de los cuales el 73% son importados y desechados.
Los textiles son la cuarta categoría con mayor presión por el uso de materias primas primarias y agua, después de alimentos, vivienda y transporte, y la quinta por emisiones de GEI.
“La propuesta traerá grandes cambios en la manera que consumimos y producimos en la UE, pero también a nivel global”, destacó Timmermans. La UE también pide innovación en el sector, con productores que asuman la responsabilidad de sus productos a lo largo de la cadena de valor con capacidades suficientes para el reciclaje y una mínima incineración y vertido.
En última instancia, el objetivo es detener la sobreproducción y el consumo excesivo, y desalentar la destrucción de los textiles no vendidos o devueltos. Las dos firmas de fast fashion más grandes en el mundo son la española Zara (Inditex) y la sueca Hennes & Mauritz (H&M), ambas pertenecientes a la Unión Europea.