Las marcas de lujo han vivido una era rápida de expansión a nivel global, las cuales se han visto determinadas por un estilo muy similar de todas las tiendas, el servicio que se brinda en esos locales ha venido siendo el mismo y que mientras más puntos de ventas se tenga es mucho mejor.
De acuerdo a Luca Solca, analista de moda, la ventaja de las compañías minoristas de lujo es que ofrecen productos de calidad y así fidelizan con un determinando número de clientes; sin embargo, todas las tiendas de este tipo son las mismas y la experiencia se siente muy similar, sin importar donde se esté.
“El problema se ve agravado por la naturaleza cada vez más fragmentada de la base de consumidores. La mayoría de las megas marcas atienden a consumidores locales y viajeros, clientes indígenas y extranjeros, compradores de alto nivel y aspirantes. Un solo formato estandarizado simplemente no funciona para todos estos grupos”, afirma en la revista Bussines of Fashion.
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Para el experto es necesario que las marcas de lujo se enfoquen más en adaptar cada uno de sus establecimientos a los diferentes grupos de consumidores, en vez de estar empeñados en abrir más locales.
Ante este panorama, la firma de carteras Harrods está configurando su imagen para adaptarse a su clientela de Medio Oriente, perteneciente a la clase media-alta. Así mismo, la compañía Galeries Lafayette en París está redireccionando sus productos hacia los consumidores chinos, donde ahora cuenta con una tienda exclusiva para ellos.
“Las tiendas pueden decir mucho más sobre el ADN de una marca, mientras refuerzan y confirman las distintas percepciones de la marca en la mente de los consumidores”, enfatiza Solca.
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