La larga historia de rivalidad entre Coca-Cola y Pepsi tiene un capítulo especial. Es que hubo una vez que las eternas enemigas se transformaron en aliadas, cuando la mayor compañía de gaseosas, gracias a su competidora, se salvó de sufrir una operación de espionaje industrial.
El 19 de mayo de 2006 llegaría una carta particular a la sede de Pepsi en Purchase, Nueva York, en la que una persona llamada “Dirk” ofrecía al ejecutivo de Pepsi darle la “fórmula secreta” de la Coca-Cola a cambio de 1.5 millones de dólares. La carta, además de estar firmada por el tal Dirk, llevaba el membrete oficial de la sede de Coca-Cola en Atlanta. Tampoco parecía ser una estafa, pues en el documento se describía información confidencial sobre Coca-Cola.
El ejecutivo de Pepsi, a diferencia de lo que muchos pensarían, recurrió a llamar al gigante Coca-Cola para denunciar este hecho que catalogaban de “espionaje industrial” y enviarles una copia del documento. El portavoz de Pepsi aseguró luego a la prensa que: “Hicimos lo que cualquier empresa responsable habría hecho”.

Inmediatamente, Coca-Cola realizó la denuncia al FBI. Las autoridades federales procedieron a organizar una operación encubierta para hacerse pasar como ejecutivos de Pepsi. Primero se contactarían por e-mail, por donde el supuesto negociador de Coca-Cola aseguraría tener más información sobre productos que solamente conocían cinco ejecutivos.
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El 16 de junio, en el aeropuerto Hartsfield-Jackson de Atlanta se haría el primer encuentro cara a cara entre los agentes encubiertos y el negociador de Coca-Cola, allí el FBI le pagaría 30.000 dólares en billetes de 100 y 50 a cambio de documentos confidenciales y una botella con la muestra sacada de la empresa.
Los agentes encubiertos prometieron al negociador pagarle 45.000 dólares luego de revisar la muestra. El 27 de junio sería el día en que ambas partes cerrarían el negocio y los tres negociadores recibirían 1.5 millones de dólares a través de una transferencia bancaria a una cuenta que abrieron ese mismo día.
Ya en el encuentro final, el FBI procedería a arrestar al grupo de tres personas que habían intentado vender a Pepsi la fórmula secreta de Coca-Cola al igual que otros datos confidenciales de la empresa.

Trabajadores fueron declarados culpables
Los tres implicados serían identificados como Joya Williams, de 41 años de edad y asistente de uno de los ejecutivos de Coca-Cola; los otros dos serían Ibrahim Dimson, de 30 años y quien había sido el principal negociador de la fórmula además de haberse hecho pasar por empleado de la empresa, y por último, Edmund Duhaney, de 43 años.
El FBI también halló en las grabaciones de la sede de Coca-Cola en Atlanta cómo la trabajadora Joya Williams tomaba documentos confidenciales de la empresa, así como una botella que contenía supuestamente la fórmula secreta de la bebida.
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El presidente ejecutivo de Coca-Cola en ese entonces, Neville Isdell, agradeció públicamente a su competidor Pepsi por su aviso, el cual permitió desmantelar una de las tramas de espionaje industrial más grandes de la historia.