Por primera vez luego de 13 años, las ventas de la firma de juguetes Lego cayó un 8% el año pasado a 35.000 millones de coronas danesas ($5.800 millones de dólares), por debajo del 6% de crecimiento que tuvo en el 2016.
En tanto, los beneficios de la empresa también se vieron afectadas porque se desplomaron un 17%, hasta los 7.800 millones de coronas danesas (1.047,9 millones de euros).
La marca atribuye los malos resultados obtenidos el año pasado a las ineficaces decisiones que tomaron al despedir 1.400 empleados, luego de conocerse las cifras negativas del primer semestre del 2017.
También tuvo que enfrentar la competencia entre la industria de los videojuegos y de plataformas digitales para el entretenimiento.
“Durante 2017, los ingresos en nuestros mercados establecidos disminuyeron principalmente debido a las medidas que tomamos para limpiar los inventarios. Esta disminución impactó nuestras ganancias operativas”, Niels B. Christiansen, CEO de la cadena de jugueterías.
La compañía de propiedad privada, famosa por sus coloridos ladrillos de plástico, podría estar afrontando su mayor prueba desde que estuvo cerca de la bancarrota a inicios de la década de 2000.
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APOSTARÁ POR TENER PRESENCIA EN DISPOSITIVOS DIGITALES
El principal ejecutivo del grupo danés desea fusionar los bloques de construcción que fabrica el negocio con dispositivos digitales, con el objetivo de revertir la caída que están sufriendo.
“Lo vemos como una vía para mantener a los niños interesados más tiempo, así como para ampliar la audiencia a grupos de mayor edad”, sostuvo Christiansen.
El CEO de Lego recalcó que el foco se mantendrá sobre los bloques de construcción básico, mientras van diseñando nuevos productos, ya que sabe que la nueva generación de niños tiene una obsesión con las pantallas, en vez de los juguetes físicos.