La firma, propiedad del conglomerado LVMH, Louis Vuitton, ha decidido dar un cambio a su estrategia y paraliza su internacionalización con el objetivo de proteger su imagen. A partir de ahora, la enseña se centrará en sus productos y dejará de inaugurar nuevas tiendas, según explicó Bernard Arnault, consejero delegado de LVMH, en la presentación de resultados anuales del grupo.
Arnault aseguró que la importante penetración internacional de Louis Vuitton en todo el mundo ha puesto en riesgo su exclusividad y la ha acercado demasiado al público general. “La estrategia del grupo es la de limitar la apertura de puntos de venta y concentrarnos en los productos de piel con gran valor añadido”, ha destacado Arnault.
Vuitton, que tiene una facturación anual de más de 7.000 millones de euros, ha abierto en los últimos diez años numerosos puntos de venta, hasta elevar su red de tiendas a 460 en medio centenar de países de todo el mundo.
El cambio de estrategia de Vuitton incluye un incremento de oferta en modelos hechos bajo encargo, realizados en pieles exóticas, así como espacios exclusivos en sus tiendas, a los que sólo se puede acceder bajo invitación. El objetivo es, según Arnault, “no convertir a la marca en común”.
Además, el grupo, liderado por Bernard Arnault, situó su beneficio en el ejercicio 2012 en 3.424 millones de euros, un 12% más. La facturación del grupo ha aumentado un 19%, hasta 28.103 millones de euros.
La previsión de LVMH para 2013 es “mantener su dinámica de crecimiento y mantener una estrategia centrada en el desarrollo de sus marcas”. LVMH es propietario de firmas de moda como Céline, Givenchy o Christian Dior.