El estudio “Los beneficios estratégicos y económicos de la computación en la nube”, realizado por la consultora Computer Economics, revela que las compañías que hacen un uso intensivo del cloud computing ahorran, en promedio, más del 15% en el gasto de TI, tanto si se mide como un porcentaje de los ingresos o en función de cada usuario.
El análisis indica que este ahorro no solo proviene de una reducción en el gasto de los centros de datos, mantenimiento del hardware y pago de licencias, sino también en los costos del personal.
Pero es importante destacar que, además de este ahorro, migrar a la nube significa optar por un modelo de negocios flexible.
En la industria de los contact centers, por ejemplo, esa elasticidad resulta esencial. Frente a situaciones excepcionales que pueden ocasionar un inesperado incremento en el flujo de comunicaciones entre los clientes y la compañía (como el lanzamiento de un nuevo producto) se puede responder con mayor celeridad y eficiencia.
Más allá de los beneficios puntuales que la nube puede brindarle a cada empresa, según su rubro, lo fundamental es que su adopción implica un cambio de enfoque.
El modelo basado en gastos de capital (“capex”: capital expenditures) deja paso a un nuevo modelo centrado en los gastos de operatividad (“opex”: operating expenditures).
Esta migración de un modelo a otro lleva a reestructurar por completo el tradicional modelo de compra: desaparecen los costos fijos vinculados a la obsolescencia de los equipos, el consumo de electricidad y la refrigeración de los centros de datos.
En contraste, el nuevo modelo permite desarrollar estrategias de outsourcing centradas en aplicaciones, cuya actualización y mejora ya no demandarán costos adicionales para la compañía ni dependerán de la capacitación de los recursos humanos propios.
Todas estas ventajas nos conducen a la que quizás sea la mayor virtud que posibilita la nube: la reducción en el tiempo de puesta en marcha de nuevos proyectos.
En una economía competitiva que puede implicar bruscos cambios de escenario, las empresas necesitan que sus inversiones en TI sean lo suficientemente flexibles como para ajustarse a nuevos proyectos o la redefinición de estrategias previas.