“Un terreno peleado, el área potencialmente más cara de Lima”. Es así como Guido Valdivia, director del Instituto Invertir, define a la zona del litoral de la Costa Verde, aquella que se encuentra junto al mar y alberga restaurantes como La Rosa Náutica, Cala y Segundo Muelle.
No se trata de una apuesta barata. “Lima es la única capital de América Latina que da al mar. Lo que usted construya abajo va a valer más de lo que vale Larcomar”, remarca y explica que los terrenos al lado del mar siempre son considerados como ‘zonas privilegiadas’.
Hoy, según Valdivia, estos terrenos se manejan por medio de concesiones brindadas por las autoridades municipales.
El ingeniero calcula que estos acuerdos serían, por lo menos, de 20 años y que involucrarían el pago de un monto periódico, mensual o anual.
“Los suelos donde se ubican estos restaurantes son otorgados por las municipalidades y se someten a las normas de la Autoridad Autónoma de la Costa Verde”, explica.
Lo importante es mantener el paseo marino de la Costa Verde, pero, claro, tenemos que darle vida a través de restaurantes, tiendas, espacios donde la gente pueda ir no solo a bañarse en el mar.
Guido Valdivia remarca que, en el 2009, se planteó otorgar un 12% del espacio del litoral de la Costa Verde a privados. Hoy las empresas que allí construyen lo hacen ganando terreno al mar.
Asimismo refiere que la idea es convocar al sector privado para que participe de este diseño del nuevo plan maestro, que se ordene el territorio y digan dónde van los malecones, pistas, restaurantes, tiendas, los diferentes espacios.