Múltiples impactos sociales y económicos vienen acumulándose en el mundo, como consecuencia del estancamiento por la pandemia. Aunque, de hecho, el menor de los problemas actuales es la pandemia, puesto que el periodo de inflación continuará, con precios por encima del 9% en el caso de Estados Unidos y del 8% en el contexto nacional peruano.
Si bien, el panorama es bastante volátil y desalentador, ante el temor de una recesión en EE.UU., hay una clara distancia entre la crisis de los 70 y el periodo actual. Analistas y bancos hacen esta comparación buscando medidas para evitar un conflicto tan severo. De hecho, el BBVA Research sostiene que la probabilidad de un período prolongado de mayor inflación ha aumentado, pero sigue distante una vuelta a la espiral inflacionista de los años 70.
En dicha década, la economía mundial terminaba una etapa de crecimiento ininterrumpido que había tenido lugar desde la II Guerra Mundial. Durante ese periodo, el sistema basado en el patrón dólar-oro acordado en Bretton Woods se desmoronó y comenzó una nueva etapa de tipos de cambio flotantes.
Mientras que, en Perú, atravesamos una serie de crisis económicas profundas y prolongadas que generaron enormes pérdidas en el PBI, conocido como la gran depresión de la economía peruana. Claro, esta situación fue consecuente de la anterior.
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Contexto internacional
El entorno externo se ha seguido deteriorando en el último año y los bancos centrales se ven obligados a acelerar las subidas de tasas de interés para atajar el periodo de inflación. Hugo Perea, Economista Jefe para Perú de BBVA Research, hace mención de 3 puntos claves sobre la situación actual:
- Los precios de las materias primas han subido más de lo previsto tras la guerra en Ucrania, pese a las preocupaciones de desaceleración global. Al mismo tiempo, el precio de los alimentos a nivel mundial registran una caída por cuarto mes consecutivo.
- Los cuellos de botella se mantienen en niveles muy elevados, aunque hay señales de mejoras, principalmente en EE.UU. Aunque todavía persisten los bloqueos en China y la baja rotación de contenedores en todo el mundo.
- Hubo un ligero crecimiento en las economías en este primer semestre, pero demanda sigue resiliente. El dinamismo del consumo y de servicios se ve opacado por un entorno de elevado nivel de ahorro acumulado
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Ante este escenario, la unidad de investigación del banco BBVA prevé que las tasas de interés, necesarias para contener las expectativas de inflación, tendrán un impacto negativo en la actividad y causarán episodios de recesión no solo en EE.UU.
Se prevé que el Sistema de Reserva Federal (Fed) subirá la tasa de política hasta 4,0%, por encima del nivel de equilibrio (entre 2% y 3%), y que seguirá vendiendo activos para reducir su balance. Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE) comenzó su ciclo alcista de tasas de interés en julio, que será menos agresivo que el de la Fed debido a las menores presiones de demanda y al riesgo de fragmentación financiera.
A diferencia de EE.UU., la política fiscal en la Eurozona se centrará en el crecimiento, a través de los fondos NGEU y la suspensión de las reglas fiscales hasta 2023. Por otro lado, en China, las políticas seguirán exhibiendo un tono moderadamente expansivo.
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Eso sí, la ralentización económica será global. Tras aumentar 6,2% en 2021, el PIB mundial crecerá 3,4% en 2022 y 2,5% en 2023 (respectivamente, 0,6pp y 1,1pp menos que lo previsto).
“Con respecto a lo previsto hace tres meses, el entorno externo para 2023-2024 será menos favorable: menor crecimiento global, inflación más alta y persistente, subidas de tasas de interés más agresivas y menores precios de los metales industriales que Perú exporta”, señala Perea.
Contexto nacional
Hablando del Producto Bruto Interno, el Perú se expandió 3,5% interanual en los primeros cinco meses del año, aunque mes a mes se estuvo contrayendo. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) registró a junio 8,74% en Lima Metropolitana. El periodo de inflación continúa al alza.
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Según el indicador de Consumo de BBVA, al inicio del tercer trimestre se evidencia una desaceleración en el consumo privado. El análisis secuencial y con datos de frecuencia más alta sugieren un debilitamiento de la actividad comercial.
A su vez, indicadores más prospectivos, como la confianza empresarial, anticipan más enfriamiento de la inversión privada y mayores costos de producción. Mientras que los indicadores de la inversión para el tercer trimestre muestran debilidad.
En este contexto, los peruanos han comenzado a ahorrar más, con la consigna de ‘guardar pan para mayo’. Esta mayor disponibilidad de liquidez en los hogares se ve apoyada por los bonos otorgados por el Estado, los retiros de pensiones como AFP y ONP, así como la gratificación del mes de julio; lo que eleva el consumo familiar.
Sin embargo, la gestión del presidente Pedro Castillo, a tan solo un año de gobierno, ya presenta serias denuncias por corrupción y casi que paraliza las nuevas inversiones en el país. Al no haber cambios disruptivos en los poderes del Estado, la confianza empresarial seguirá débil. A lo anterior se suma el recelo por la actividad minera en las zonas de extracción y los conflictos sociales que mantendrán un “bache” en la inversión hacia 2023.
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Se eleva la proyección de crecimiento de este año a 2,3% y se mantiene la de 2023 en 2,8%. Eso sí, BBVA proyecta que a partir de octubre haya un descenso notable en el nivel de inflación. Concuerda con el BCP en que la economía peruana crecería solo 1.6% en este segundo semestre.
“El contexto local para lo que resta de este año y el próximo seguirá caracterizado por el elevado ruido político, la conflictividad social, el deterioro del clima para los negocios y el pesimismo empresarial”, afirma Hugo Perea. La inversión contenida, el riesgo regulatorio y la ausencia de políticas adecuadas para fomentar la productividad limitan el ritmo de expansión de la economía peruana.