Con 33 años de operación en el mercado, la empresa peruana Textil del Valle ha sido reconocida a nivel mundial por su apuesta por la sostenibilidad y calidad de sus productos. Esta organización, ubicada en Chincha (Ica), elabora prendas para marcas mundiales, tales como Lacoste, Lululemon, Vineyard Vines, Ralph Lauren y Polo, y planea consolidarse en el mercado internacional como la planta textil más sostenible del mundo.
Con este objetivo, la empresa busca diferenciarse de sus pares asiáticos, más competitivos en costos. Para ello, convertirá su planta de Chincha en la primera con energía solar y movilidad eléctrica. El año pasado, Textil del Valle comenzó a vender indumentaria médica para reducir los impactos de la covid-19, así como producir sus propias mascarillas.
En noviembre, la empresa recibió el Premio a la Sostenibilidad e Innovación en la Industria Textil por parte de PromPerú y Perú Moda; y en diciembre se convirtió en la primera y más grande Empresa B -certificación de buenas prácticas ambientales, sociales y productivas- del mundo en el sector textil. La firma cuenta con 2,700 trabajadores en Chincha, lo que representa casi el 7% de la población económicamente activa (PEA) de la provincia.
Su caso de éxito fue compartido por su gerente general, Juan José Córdova, en la 58º edición de CADE Ejecutivos en el marco de la exposición “Empresas con propósito”.
Pese a este gran éxito actual, hace poco más de una década la historia era muy distinta. En 2007, los gigantes asiáticos -China, India, Sri Lanka, Bangladesh y Vietnam principalmente- y los países centroamericanos -Honduras, El Salvador y Guatemala- ingresaron a competir en el mercado textil mundial, desplazando así al Perú.
Durante la siguiente década, mal que bien, la empresa y todo el sector textil peruano continuaron batallando en clara desventaja, contra empresas ubicadas en países con mano de obra de menor costo y un enorme apoyo estatal. Sin embargo, para Textil del Valle, la historia volvió a dar un nuevo giro en el 2018, cuando decidieron iniciar un proceso de total reforma con el foco en un nuevo propósito: ser la planta textil más sostenible del mundo.
“La producción textil peruana ha estado relacionada durante muchos años con la marca, cuando verdaderamente debíamos enfocarnos en el consumidor, que venía en un proceso de cambio. Hoy, el 50% o más de nuestros consumidores son millennials. Para ellos, la marca no es tan preponderante como la sostenibilidad o la historia detrás de las prendas que usan”, comentó Córdova.
A esto se suma el gran impacto negativo que el sector textil ha tenido los últimos años en el medio ambiente. A nivel mundial, las empresas textiles -principalmente a causa de a la tendencia del fast fashion- es responsable del vertido de 10% de aguas residuales, el consumo del 12% del agua del planeta, el 10% de las emisiones de CO2 y el 5% de los desechos industriales del mundo. Además, se estima que 85% de todas las prendas producidas en el planeta termina en un vertedero de basura.
Para conseguir su propósito, Textil del Valle, en una decisión corporativa que contó con el respaldo unánime de todo su directorio, decidió enfocarse en cambiar cuatro puntos de su proceso productivo: 1) Sostenibilidad, 2) Mejora de costos y procesos, 3) Innovación y Desarrollo (con nuevos materiales y software más eficientes), y 4) Trabajo en conjunto con el sector. “Nadie puede crecer solo. Se necesita del apoyo del sector y también de las autoridades”, afirma Córdova. Con esto en mente, Textil de Valle promovió un trabajo conjunto del sector textil con el Ministerio del Ambiente y son hoy el primer sector peruano en tener un acuerdo de Producción Limpia con el Ejecutivo.
Además, para garantizar la certificación como Empresa B y demostrar con acciones concretas su compromiso con el medio ambiente, Textil del Valle decidió reducir su consumo de agua, procesar de manera mucho más eficiente la disposición de sustancias peligrosas, controlar su generación de gases de efecto invernadero y residuos sólidos y mejorar las condiciones laborales para todos sus trabajadores. Como consecuencia, Textil del Valle no solo recibió la certificación como Empresa B, sino que ya es una corporación carbono neutral.
“Somos una empresa muy pequeña a comparación de nuestros competidores. Competimos contra compañías que tienen operaciones en quince países, 120 mil trabajadores y 5 mil millones de dólares anuales de facturación. Pero hoy podemos decir con orgullo que somos la primera y única Empresa B textil del mundo que factura más de 50 millones de dólares y tiene más de 2,500 trabajadores. Estamos convencidos: la sostenibilidad trae rentabilidad y el dinero no es un fin, sino una consecuencia”, contó el directivo.
Al final de su presentación, Juan José Córdova adelantó que el siguiente gran objetivo de Textil del Valle es que la industria textil peruana sea valorada -a nivel de calidad y sostenibilidad- en todo el mundo y la etiqueta de “Made in Peru” sea un sello de calidad reconocible a nivel global, con el mismo prestigio que el “Made in France” y “Made in Italy”.