La logística urbana engloba todos los movimientos relacionados con el suministro y la distribución de bienes en las ciudades para asegurar las actividades comerciales y el desarrollo económico del núcleo urbano.
En otras palabras, abarca el conjunto de acciones y procesos que desembocan en el abastecimiento y venta de productos B2B y B2C dentro de las ciudades.
Con la aparición del comercio electrónico, los establecimientos comerciales han dejado de monopolizar la distribución urbana, que abastece negocios e individuos. Ahora, los clientes también adquieren sus productos por internet.
La omnicanalidad ha remodelado la logística del comercio electrónico: actualmente el consumidor puede recibir su pedido en su hogar en menos de 24 horas, en una locker inteligente, recogerlo en una tienda, etc.
De esta realidad nace el concepto última milla logística, es decir, la gestión del tramo final del envío al cliente, que suele implicar la entrega en zonas urbanas. Esta etapa está considerada como la más costosa e ineficaz de toda la cadena de suministro, por los costes asociados al transporte personalizado.
En este contexto, los operadores logísticos deben buscar la eficiencia y la sostenibilidad para satisfacer a unos consumidores cada vez más acostumbrados a recibir productos más rápido, sin fallos y con un coste de devolución cero.
Esto implica un gran reto para las compañías de comercio electrónico, que deben destinar parte de sus esfuerzos a minimizar los costes de la logística inversa.
En un contexto donde el 80% del producto interior bruto se genera en las ciudades, la logística urbana ha tomado protagonismo. En ese camino, las empresas se han ido acercando gradualmente a las principales urbes para poder realizar entregas más rápidas.
Un estudio de la consultora internacional Deloitte señala que más del 70% de los usuarios encuestados repiten compra si los procedimientos de entrega han resultado satisfactorios.