Actualmente cada vez es más común encontrar probadores virtuales o con elementos interactivos dentro de una tienda de ropa.
Esta idea la aplicó por primera vez Ralph Lauren en su tienda de Nueva York en 2015.
Por su parte, Inditex, incorporó esta tecnología en algunos de sus tiendas, como por ejemplo Zara de La Coruña, uno de los más grandes de España.
Gucci en 2019, lanzó su propia aplicación de AR, que permite que las personas puedan ‘probarse’ los sneakers sin ir a una tienda.
Uniqlo, gracias a su conexión wifi, permite que la persona pueda tomarse fotos y compartir la experiencia con sus amigos.
En un momento en que la compra online cada vez tiene mayores adeptos y nos da “menos miedo” es normal que muchos de sus beneficios se trasladen al “mundo real”.
En estos últimos meses, la moda virtual se ha vuelto más oportuna que nunca y las experiencias virtuales hacen parte de las nuevas estrategias de las marcas más reconocidas para seguir en contacto y fidelizar a sus audiencias.
Finalmente, existen otras aplicaciones de consultoría de imagen y personal shopper online como Glamhive, que le brindan el servicio de asesoría en moda sin salir de casa.
¿QUÉ SON LOS PROBADORES VIRTUALES?
Estos probadores interactivos van, incluso, un paso más allá. En su versión más moderna no hace falta desnudarse para ver cómo quedará la ropa. Por eso, se les llama coloquialmente ‘espejos inteligentes’ y funcionan con realidad aumentada.
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EMPRESAS QUE INVIERTEN EN PROBADORES VIRTUALES
Google ha desarrollado una aplicación para la marca Gap que permite a los usuarios probarse la ropa con un avatar 3D digital.
Ebay creo un software llamado Retail Associate Platform. Se utiliza para hacer estudios de hábito de consumo. Qué productos miran más los clientes pero no terminan de comprar, aquellos que más compran. Con esta información se generan informes de rendimiento en almacén o inventario.
Alibaba, trata de crear unas gafas de realidad virtual, para que el cliente pueda comprar en una tienda física sin salir de casa. Hay que destacar, que la realidad virtual no es barata y tendrá un coste de 50 euros, por lo tanto, no está al alcance de todos los usuarios.