Cuando los chilenos empezaron a realizar inversiones chilenas en el sector ‘retail’, los analistas de mercado recogieron con preocupación un inicial rechazo al capital del sur, por razones históricas y socioculturales.
Hoy en día, cuando el monro de las inversiones de dicho país superan los US$11 mil millones, el recelo se ha convertido en aceptación en una buena parte del territorio nacional, tal como revela un reciente estudio de Arellano Márketing.
En el citado estudio, cuando se les pregunta a los consumidores peruanos si consideran que las inversiones chilenas han sido buenas para el Perú, la gran mayoría señala que “les gustan un poco”. Según explica Rolando José Arellano B., gerente general de la consultora, la respuesta predominante refleja una aceptación mínima, pero válida.
“Está claro que no amamos que sea inversión chilena, pero consideramos que ha sido buena. Hemos visto que han traído buenos productos y sus servicios son aceptables”, refiere.
Sin embargo, Arellano aclara que los inversionistas chilenos no tienen completamente resuelto el problemade la aversión histórica. “Cuando miramos la categoría sexo o edad vemos que el nivel de aprobación al capital chileno es similar en todos los grupos, pero cuando miramos los estratos socioeconómicos y la distribución geográfica, saltan las diferencias”, detalla.
El mayor nivel de aprobación está percibido entre los peruanos de la clase media (segmento “B”), pero cae ligeramente cuando llegamos a las poblaciones de extrema pobreza (segmento “C”).
El rechazo está más marcado cuando se observan las reacciones del consumidor de la sierra sur. En la costa, los chilenos son aceptados, pero en el Cusco, Puno, Arequipa y Tacna el “no me gusta” cobra un marcado protagonismo.