Con el 72 por ciento de lasempresas preocupadas por el nivel de la
deuda pública de su país y el 43 por ciento muy preocupado o
extremadamente preocupado, una nueva
encuesta de KPMG International muestra que reducir el gasto público
es el método más popular de controlar la deuda pública.
Según la investigación de KPMG International divulgada hoy con el
título Paying the Bill (Pagando la cuenta), de los 538 líderes
empresariales encuestados en todo el mundo, siete de cada 10 dijeron
que la deuda debe reducirse principalmente mediante recortes al gasto
público, elevándose al 77 por ciento entre los europeos. Reducir el
gasto público también fue la opción preferida en las Américas (69 por
ciento) y 54 por ciento entre los encuestados de Asia-Pacífico.
Cuando se les preguntó qué aspectos del gasto público se deberían
reducir, el pago al sector público es la opción más popular, escogida
por el 53 por ciento a nivel global, seguida por gastos de defensa
(47 por ciento) y pagos del bienestar social (34 por ciento). Sin
embargo, de esto es difícil extraer cualquier inferencia general, ya
que gran parte de la necesidad percibida en un país de los gastos de
defensa y los pagos del bienestar social surge de la historia y de
circunstancias locales.
Los votos a favor y en contra de reducciones en el pago del sector
público variaron considerablemente según el país, con Irlanda
anotándose un notable 100 por ciento a favor, y con sólo el 12 por
ciento escogiendo esta opción entre los franceses.
“Los llamamientos de reducciones en el gasto público no son un
fenómeno nuevo en tiempos de dificultades económicas”, dice Loughlin
Hickey, Director Global de Impuestos de KPMG International. “Sin
embargo, este entusiasmo por las reducciones del gasto público
representa para los gobiernos un difícil problema político. Siempre
es arduo implementar reducciones a los gastos, sobre todo en
democracias, y particularmente cuando los que sufren el mayor impacto
son los propios empleados del gobierno”.
El apoyo a la inversión pública en infraestructura fue bien recibido
en la mayoría de los países-sólo el 24 por ciento escogió reducir
esas inversiones como una opción para controlar la deuda. Hubo
mayorías a favor de mantener los gastos de infraestructura en todos
los países, excepto Japón y Hong Kong, donde las opiniones estuvieron
divididas por igual a favor y en contra de las reducciones en el
gasto, y en China, donde un notable 61 por ciento quiso ver recortes
en la inversión en infraestructura.
“A menos que los gobiernos se sientan cómodos aceptando sencillamente
los niveles actuales de deuda y trabajando para cumplir con el pago
de los intereses, una opción favorecida por el 16 por ciento de los
participantes en nuestra encuesta, no tendrán otra opción que subir
los impuestos de una forma u otra”, dice Hickey.
Sin embargo, y sin que causara sorpresa, la opción menos popular fue
la fijación de impuestos. Sólo el uno por ciento a nivel global
escogió los impuestos como un medio aceptable para que los gobiernos
controlen sus deudas. La encuesta muestra que un número moderado de
participantes apoyaría alzas de impuestos si se hicieran solamente
con el propósito de pagar deudas, y no fueran parte de los impuestos
generales. A nivel global, el 19 por ciento apoyó esta idea, por lo
que fue la tercera opción más popular después de reducir el gasto
público y buscar otros medios aparte de un incremento de los
impuestos.
Los países más dispuestos a subir los impuestos fueron el Reino Unido
(65 por ciento a favor) y Japón (60 por ciento a favor). Los menos
dispuestos, sin ningún apoyo para esta idea, fueron Holanda, Italia,
Polonia, Rusia y Eslovaquia.
“Los cambios en la tasa impositiva -impuestos nuevos, incrementos,
disminuciones- son opciones usadas por los gobiernos para aliviar su
deuda. En efecto, durante la década pasada, KPMG ha documentado un
lento alejamiento de los impuestos sobre los ingresos de las
corporaciones y un avance hacia los impuestos indirectos a nivel
global. Ese movimiento parece acelerarse este año”, agrega Hickey. “A
principios de agosto de 2010, observamos planes por lo menos en 10
países de incrementar sus tasas de VAT (impuesto al valor agregado) o
GST (impuesto sobre bienes y servicios). Otros dos países, China y la
India, planean introducir nuevos sistemas de impuestos al consumo
entre 2010 y 2013″.
El informe también halló que entre los encuestados hay un amplio
consenso de que las tasas de impuestos a las corporaciones, impuestos
al consumo (GST/VAT) e impuestos al ingreso personal en su país deben
ser más o menos iguales que ahora, o quizá ligeramente más bajas.
En cuanto al impuesto a las corporaciones, el 39 por ciento de los
países de Asia-Pacífico dijo que debe estar entre el 20 y el 30 por
ciento, mientras que el 38 por ciento optó por situarlo entre el 10 y
el 20 por ciento. La tasa promedio preferida fue del 22 por ciento,
justo un poco más baja que el promedio actual entre los países de
Asia-Pacífico, que, en el momento en que se hizo el estudio, era del
27,5 por ciento(1).
En Europa, también hubo una gran diversidad de opiniones, con el 76
por ciento de los encuestados eligiendo una tasa entre el 10 y el 30
por ciento. El promedio escogido fue el 24 por ciento, una fracción
por encima que la actual tasa de impuestos corporativos de la Unión
Europea del 23,2 por ciento.
Las opiniones en las Américas estuvieron más concentradas, con el 36
por ciento optando por una tasa del 20 al 30 por ciento y un promedio
del 24 por ciento. La tasa promedio actual en las Américas es del 27
por ciento.
En los impuestos al consumo, una mayoría de los europeos (55 por
ciento) optó por una tasa del 15 al 20 por ciento con un promedio del
17 por ciento. En los países de Asia-Pacífico, el grupo mayor (48 por
ciento) eligió una tasa del 5 al 10 por ciento, con un promedio del 9
por ciento, y los americanos estuvieron divididos entre el 5 al 10
por ciento, y el 15 al 20 por ciento, con un promedio del 12 por
ciento.
Las tasas escogidas para impuestos personales más altos fueron una
historia ligeramente distinta. Los europeos estuvieron felices con
tasas de más del 40 por ciento, mientras los americanos escogieron
una gran variedad de opciones del 10 al 40 por ciento. Los países de
Asia-Pacífico estuvieron claramente a favor de impuestos personales
más bajos, con el mayor grupo (34 por ciento) eligiendo un máximo del
10 al 20 por ciento.
“La evidencia sugiere que el contrato básico entre el gobierno y la
empresa es muy parecido en distintas partes del mundo, en lo que
respecta a niveles de servicio proporcionados por un nivel aceptable
de pago”, dice Hickey. “Las diferencias surgen cuando consideramos lo
que distintas culturas creen que es apropiado que los gobiernos
hagan, y cómo se debe costear esta actividad”.
Metodología
La práctica de impuestos internacionales de KPMG encargó un proyecto
de investigación que abarcó a 538 altos responsables de toma de
decisiones en corporaciones en 26 países.
Investigadores independientes realizaron entrevistas telefónicas en
abril y mayo de 2010. Los encuestados fueron altos ejecutivos y
directores de empresas en una gran variedad de sectores, con ingresos
anuales desde menos de US$ 1.000 millones hasta más de US$ 5.000
millones. Los países representados fueron:
Argentina Alemania Rusia
Australia Hong Kong Singapur
Bélgica Hungría Eslovaquia
Brasil India España
Canadá Irlanda Suiza
Chile Italia Reino Unido
China Japón EEUU
República México
Checa Holanda
Francia Polonia
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