Más de uno habrá soñado, o habrá contemplado en películas futuristas, la idea de crear objetos solo con el pensamiento. Pues ahora es un hecho. George Laskowsky, director técnico de la start-up chilena Thinker Thing, puso en marcha el desarrollo de un sistema de impresión 3D basado en el “control mental”.
En la siguiente imagen, definida como la extremidad de un tiranosaurio, se define la materialización del pensamiento de Laskowsky. ¿Cómo fue posible esto? Por medio de una suerte de auriculares capaces de captar pequeños impulsos eléctricos detectables en el cerebro, los cuales son dirigidos a una impresora 3D durante el proceso de creación.
En este escenario, entra a tallar Emotional Evolutionary Design (EED), un software capaz de interpretar los pensamientos de los usuarios. Su función actual es sustentar el proyecto Dreamer Monster, que permitirá a los usuarios más chiquitos diseñar criaturas fantásticas utilizando el poder de la imaginación.
A pesar de ello, el software de diseño no es fácil de dominar, mucho menos para los niños pequeños. Y es que uno de los principales objetivos de Thinker Thing es poner a prueba su proyecto (Dreamer Monster) llevándolo a una gira en escuelas chilenas, a fines de junio.
Así, cuando los niños se sienten frente a un equipo que ejecute el programa EED, podrán crear cualquier objeto en base a un conjunto de formas dado, ellos podrán seleccionar con la mente qué piezas se quedan y cuáles se van. En principio -de acuerdo a la BBC- las indicaciones a nivel mental serán recogidas por Emotiv EPOC, un dispositivo destinado a recoger señales eléctricas a partir de las interacciones de las células cerebrales usando catorce sensores en el cuero cabelludo.
De esta manera, a partir de la selección mental de algunas formas, los usuarios podrán ir formando el objeto deseado, gracias a Emotiv EPOC y a EED, que funcionarán como receptor e intérprete, respectivamente. El resultado final deberá ser un modelo en 3D listo para imprimirlo como un objeto sólido.
Pero ¿en algún momento será posible cerrar los ojos, imaginar un objeto cualquiera y oír la puesta en marcha de la impresora? “Eso no es descabellado en absoluto”, dice el profesor Jack Gallant, de la Universidad de California.
En efecto, dos equipos de neurólogos norteamericanos esperan concretar la idea de trasladar imágenes completas de la mente a la realidad a través de impresoras 3D. Los trabajos ya se están poniendo en marcha.
Por su lado, la impresora 3D se hizo notar hace poco por un encargo de la NASA a una firma europea con el fin de contar -próximamente- con una impresora que produjera alimentos.
Pero la lista parece no tener fin. Piezas de autos prótesis e incluso muebles a pedido, están en la cola. Los observadores predicen consecuencias revolucionarias como la eventual desaparición de las fábricas, puesto que las impresoras 3D pueden construir objetos capa por capa a partir de materiales como el metal o el plástico.