El mercado tiene tres protagonistas principales: el Estado, las empresas y el consumidor. Los individuos tienen un rol clave para regular los precios. En una economía normal, cuando un producto sube, lo abandona y busca un sustituto.
Pese a que los consumidores argentinos no están organizados ni tienen el poder de sus pares en países desarrollados, existen instituciones que de a poco consiguen para ellos un protagonismo que nunca tuvo.
Por un lado, están las organizaciones oficiales. Tanto la Dirección de Defensa del Consumidor y Lealtad Comercial de la Provincia, con la Casa del Consumidor (ver aparte), como Atención al Consumidor de la Municipalidad, reciben a compradores que han tenido problemas con productos y servicios.
Pero el rol gremial lo tienen las entidades de consumidores, con poca articulación entre sí y que dependen de pocas personas que trabajan “ad honorem” en su tiempo libre.
En Córdoba, las organizaciones tienen los mismos problemas, aunque están unidas en torno al Consejo Protector de Consumidores y Usuarios de la Provincia de Córdoba, entidad creada por la ley 9030 y que reúne a la Asociación de Consumidores y Usuarios de la Provincia de Córdoba (Aconcor), la Liga de Acción del Consumidor (Adelco), Defensa de Usuario y Consumidores (DUC), Sala de Derechos del Consumidor, Grupo de Asistencia al Usuario y al Consumidor (Gaus), Foro para la Defensa del Consumidor (Fodeco), la Liga de Amas de Casa, la Unión de Usuarios y Consumidores (UUC) y el Sindicato de Amas de Casa.
Adhelma Ponte, titular del Consejo, asegura que las acciones como el boicot no tuvieron consenso en Córdoba, cuyas organizaciones apuestan más a la educación: “No somos inspectores, pero podemos actuar frente al abuso. Lo importante es la formación: la inflación no va a parar si se sigue consumiendo de esta manera”, advierte.