¿Templos del consumismo, símbolos del triunfo del capitalismo, sitios para perder la individualidad?
Cuando ya no haya sitio en el infierno de las crisis económicas, el Homo consumens caminará por El Mall”, ésta es palabra de Mamón, dios del dinero, deidad de los shopaholics, a quien no parece importar el uso de anglicismos para referirse a centros comerciales y compradores compulsivos.
La comunidad del Mall
No sólo de compras vive el Homo consumens, sus razones para visitar un centro comercial pueden ir de las utilitarias –ir al banco o pagar algún servicio- a las emocionales, mejor conocidas como satisfacciones hedónicas y tienen que ver con la diversión, el descanso y la gratificación.
Diversos estudios han mostrado que, en el caso de los adolescentes, estas últimas son las motivaciones principales para convertirse en lo que en inglés se conoce como mall rats (si son hombres) y mall bunnies (si son mujeres), ya que el centro comercial es un espacio público seguro en el que pueden convivir y ser ellos mismos sin la mirada escrutadora de los padres.
En el futuro cercano quizás sea necesario añadir a los estudiantes como integrantes de todo centro comercial digno de ese nombre, ya que en 1995 hubo una propuesta para construir una escuela dentro del Mall of America para los hijos de los alrededor de 10,000 empleados que trabajan ahí.