En el 2004, Danny Meyer inició su negocio de ventas de hamburguesas en un parque de New York. La cadena surgió hace más de una década de un popular carrito a las afueras del Madison Square Park y hoy tiene más de sesenta restaurantes en los Estados Unidos y en todo el mundo.
El negocio viene prosperando después de que la bolsa de los Estados Unidos pusiera a prueba el establecimiento obteniendo notoriamente resultados positivos.
La cadena de hamburguesas norteamericana Shake Shack debutó en la Bolsa de Nueva York con un rebote del 118%. Las 5 millones de acciones se colocaron en la OPV a un precio de 21 dólares y cerraron por encima de los 45.90 dólares por acción.
“La acción subió 118% en un día, con lo que la empresa queda valorada en US$1.800 millones”, reseña BBC MUNDO en su portal de internet.
Shake Shack ha colocado un total de 5 millones de acciones con su Oferta Pública de Venta (OPV) que le han permitido recaudar unos 105 millones de dólares, muy por encima de lo que esperaban analistas e inversores.
Cambio de tendencia
Estas cifras han desatado el miedo entre los expertos a lo que han denominado «la burbuja de la hamburguesa», pues temen que Shake Shack plante la semilla de una sobrevaloración que sólo apaciguaría un sorprendente crecimiento a corto plazo.
Es verdad que la cadena, que ha estabilizado sus acciones por encima de los 40 dólares, planea seguir abriendo restaurantes en el extranjero. Pero también es cierto que su capitalización supone que cada restaurante está valorado en 27 millones de dólares, lejos de los 2,5 millones de cada uno de McDonald’s.
Sólo el tiempo dirá si se trata de una burbuja o sólo de una historia de éxito, pues Shake Shack, según parte de los expertos, sólo estaría demostrando el triunfo de una nueva tendencia en EEUU: el fast casual, que ofrece comida rápida preparada en el propio restaurante, más fresca que en los tradicionales McDonald’s o Burger King, donde los trabajadores sólo ensamblan los ingredientes cocinados fuera del local.
Un apetito desmedido
Desde los estados de Nueva Jersey, Connecticut, Massachusetts o Pensilvania hasta Georgia, Virginia, Illinois, Nevada o Florida, pasando por Washington DC, donde suele ser frecuentado por el presidente estadounidense, Barack Obama.
El apetito de los inversores viene especialmente por su rápida expansión y sus planes de seguir abriendo nuevos restaurantes en el extranjero, donde ya cuenta con licencias en ciudades como Londres, Estambul o Dubái.
Y es que siempre hay una cola kilométrica en medio de Madison Square Park para comprar una hamburguesa de la cadena Shake Shack, que en la mayoría de los ránking triunfa como una de las mejores de Nueva York.
La línea de espera (de un mínimo de media hora) se repite en el resto de localizaciones de la marca, donde los clientes pagan satisfechos un promedio de 13 dólares en cada compra, indica el medio español elEconomista.es.
En la corta historia de la firma, ha pasado de ser un puesto en Madison Square a operar 63 restaurantes y a presumir de comensales habituales como Obama. Una expansión que acaba de marcar su último hito: Wall Street, testigo de un éxito tan espectacular como peligroso.
Los responsables de la empresa se han marcado como objetivo abrir al menos diez nuevos restaurantes cada año en Estados Unidos hasta alcanzar unos 450 establecimientos, según publica el diario The Wall Street Journal.
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