Con el tiempo, cada vez es más usual que los colombianos se tropiecen en los supermercados y almacenes con promociones que muchas veces prometen hasta un 70% de descuento. Así, para el consumidor puede resultar en un gancho que lo impulse a comprar lo que no necesita; y para el vendedor, un arma de doble filo que lo lleve a acudir a las promociones cada vez que disminuyan las ventas, lo que crea un hábito en el consumidor quien posteriormente ya no consume productos que no se encuentren en promoción.
De acuerdo con Rodrigo Ferro, gerente de planeación de la firma Azul Innovación, plantea que el 40% de la mercancía que han comprado los colombianos durante el 2013 ha estado en descuento. “Esto implica que casi la mitad de los productos que expenden los supermercados está en promoción”, señala.
Camilo Herrera, de la firma Raddar, destaca que solo el mes pasado un 72% de los colombianos compró promociones.
Para Ferro, la situación no es tan ventajosa como parece. “La promoción es una gran táctica del comercio y de los productores; funciona bien para actividades puntuales con objetivos definidos. El problema es que acostumbran al comprador a pagar bajo por productos de alto valor, lo que afecta los márgenes de las industrias, reducen su rentabilidad y, por ende, el desarrollo de mejores productos y generación de empleo”.
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