Cada persona recibe en promedio 3.000 mensajes publicitarios al día. El bombardeo de información comienza desde muy temprano a través de la radio, la televisión, los medios impresos, los paraderos y el transporte público, se mantiene vigente con mensajes de texto al celular y al correo electrónico, y luego aparece, como por arte de magia, cuando se enciende el computador para ingresar a internet.
Un estudio realizado en 11 países de América Latina indica que, para 2013, las transacciones on line llegarán a US$2.000 millones, hecho que representa una clara oportunidad para las marcas que sepan aprovechar el potencial que ofrece la red.
Pero si bien la oferta de productos y servicios en internet es cada vez mayor, la efectividad de los anuncios dependerá de qué tan estratégicas sean las empresas para hacer clic con los consumidores.
Ya no se trata solo de replicar el modelo de la publicidad tradicional a internet y pautar con Pop Ups o banners en las páginas más leídas, o sorprender al cibernauta con jingles, luces o juegos que busquen llamar su atención.
Los especialistas en mercadeo coinciden en que los banners funcionaron bien inicialmente, pero a través de herramientas de medición gratuita como Analytics se han dado cuenta de que, a medida que pasa el tiempo, hay más consumidores que los evaden y prácticamente hacen clic en la X antes de leerlos.
Por otra parte, la revista P&M publicó una investigación de la organización GEA Internet Project Consulting, que sigue el movimiento de los ojos en internet por medio de tecnología Eye Tracking, para determinar qué partes de la pantalla captan la atención al momento de usar internet. La conclusión es que los usuarios menores de 25 años ya saben en dónde se ubica la publicidad en una página de internet e inconscientemente bloquean esas zonas durante su actividad de navegación.
La otra opción más usada por los empresarios es la de crear páginas corporativas que incluyen variedad de contenidos para informar a los usuarios sobre sus servicios, pero en la mayoría de los casos se olvidan de interactuar con el público y corren el riesgo de pasar desapercibidos ante el lector.