El empresario español Amancio Ortega, dueño del imperio textil Inditex, recibió una oferta inesperada de Rusia.
Las autoridades de este país invitaron al segundo hombre más rico del mundo, según Forbes, a que trasladase sus fábricas a Rusia, donde los costes de producción están más bajos que en China, a causa de la caída del rublo.
El interés de Zara por las fábricas rusas se debe a las condiciones favorables que han surgido durante la crisis económica. La devaluación del rublo ha provocado que Rusia se convierta en uno de los países con mano de obra más barata.
Según datos de la agencia Infoline, el coste por un trabajador en una fábrica textil en China es de 250-300 dólares mientras que en Rusia es de 200 dólares (15.000 rublos).
En estas circunstancias, los expertos en el mercado consideran que la intención de las autoridades es un movimiento inteligente.
“A causa del aumento del desempleo y de la disponibilidad de la fuerza de trabajo, la situación se está volviendo más interesante desde el punto de vista de los productores al por menor”, declara Mijaíl Burmistrov, de Infoline-Research.
En la actualidad Inditex cuenta con fábricas en Vietnam, Indonesia, China, Turquía y Europa. El grupo tiene 485 tiendas en Rusia y, a pesar de la crisis, abrió 30 nuevos puntos de venta en 2015 e incrementó su red en un 6%, según refiere el informe anual de la empresa.
Inditex ya es muy activo en el mercado ruso y marcas como Zara, Pull & Bear, Massimo Dutti o Bershka tienen gran demanda, motivo por el cual este país es el tercer mayor mercado para Inditex, después de España y China, con 1826 y 566 tiendas, respectivamente.
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¿SON COMPETITIVAS LAS FÁBRICAS RUSAS?
Hasta ahora las fábricas rusas de ropa han trabajado solamente con el mercado local. De modo que está por ver si pueden competir con China o Vietnam, que tiene una producción mucho mayor.
“Una característica de las marcas internacionales es que operan en un sistema global. Firman un contrato para hacer ropa con una fábrica en un país y luego venden los bienes en tiendas por todo el mundo”, explica Mijaíl Burmistrov.
Este sistema requiere que los procedimientos estén muy estandarizados y que se hagan grandes inversiones en las fábricas. Se trata de un reto que los manufactureros rusos deberían cumplir.
“Si la ropa de Zara o H&M se fabrica en Rusia, esto no afectará su calidad. Ya hemos aprendido a fabricar ropa de buena calidad. Hay muchas marcas rusas que son populares entre los consumidores de nuestro país. A no ser que le digan que está fabricado en Rusia se podría pensar que está hecho en Europa”, considera Liudmila Ivánova, directora del Comité de la Industria de Moda.
Por su parte, la francesa Decathlon ha firmado un memorando de intenciones con la fábrica S-Tep de Novosibirsk para fabricar zapatillas. En un principio serán para las tiendas rusas, pero posteriormente lo harán para tiendas de todo el mundo.
EL CASO IKEA
Ya hay ejemplos de integraciones exitosas entre negocios globales y la industria rusa.
La compañía sueca IKEA ha cooperado con manufacturas rusas desde hace años. IKEA abrió una oficina en Rusia en 1991, años antes de su primera tienda.
“Actualmente, el 50% de las ventas de las tiendas de IKEA en Rusia es de producción local. En la categoría textil es del 40%”, explica el servicio de prensa de la empresa.
En estos momentos la empresa sueca adquiere bienes de unas 60 fábricas rusas y los manufactureros rusos están plenamente integrados en la cadena de producción y distribución global.
“Si se incrementan las adquisiciones a los suministradores locales será posible reducir costes, sobre todo de transporte y aranceles”, explican.
Hay objetos fabricados en Rusia en las tiendas de IKEA de Europa, América y Asia. En estos momentos la compañía cuenta con cuatro fábricas en el país y planea lanzar una quinta.