Por estos días las grandes fortunas se hacen vendiéndole productos y servicios a la clase media. Esto explica el vertiginoso ascenso de Amancio Ortega, el dueño de Inditex, en el ranking de multimillonarios de Bloomberg y Forbes.
Y este español, cuya fortuna se calcula en US$65 mil millones de dólares, sólo detrás de Warren Bufett, Carlos Slim y Bill Gates, le debe buena parte de su éxito a los ‘clasemedieros’ mexicanos.
México es el sexto mercado más relevante para Inditex en número de tiendas, con 272 unidades al cierre del 2013, solamente superado por China, Portugal, Italia, Rusia y España.
No es poca cosa cuando sabemos que los tentáculos de la firma española, el mayor retailer de ropa del mundo, llegan a más de 67 países. De las 272 tiendas que tiene distribuidas en México, 59 son de la marca Zara, 54 Bershka, 45 Pull & Bear y el resto de otras como Massimo Dutti, Oysho, Stradivarious, Zara Home y Uterqüe.
Al igual que su dueño, Inditex es una firma de bajo en perfil. Casi nunca, o más bien nunca, sus directivos dan entrevistas e información adicional a la que se publica en sus informes financieros enviados a la Bolsa de Madrid.
A Amancio Ortega, por ejemplo, no se le suele ver en los desfiles de moda de Milán, París o Nueva York; paseando en yate por Saint-Tropez, ni tampoco sale fotografiado en las revistas del corazón al lado de mujeres con cuerpos de concurso. A Ortega acaso se le puede ver en La Coruña, una modesta ciudad al norte de España de no más de 250 mil habitantes donde creció y puso su primera tienda.
Con una participación de mercado de poco más de 14% en el sector de marcas de retail de ropa, calzado y accesorios en México, Inditex generó unos 19 mil 300 millones de pesos en ingresos en 2013, casi 7% de las ventas totales de la firma española.
Si tomamos en cuenta los 44 millones de personas que, según el dato más reciente del Inegi integran la clase media en nuestro país, cada uno de estos mexicanos aportó 483 pesos a las ventas de Inditex el año pasado y, en buena medida, a la fortuna de Amancio Ortega.
¿Qué es lo que explica el vertiginoso crecimiento de Inditex en México y el mundo?
Según analistas y reportes sobre el modelo de negocio de la empresa, tiene que ver con dos factores principales: darle a los clientes lo que quieren y hacerlo más rápido que cualquiera.
Amancio Ortega abrió su primera tienda en 1963, a los 27 años, después de trabajar en un establecimiento de ropa en La Coruña y de abandonar sus estudios. En 1975 inauguró su primer establecimiento de Zara y en 1985 creó el grupo Inditex. A México llegó a México en 1992. El resto es historia: se expandió vertiginosamente en toda España al tiempo que probaba suerte en otros países de Europa.
Ahora tienen presencia en más de 67 diferentes mercados en los cinco continentes, donde se levantan 6 mil 340 tiendas de sus marcas. Su dueño es el cuarto hombre más rico del mundo y su emporio es el retailer de ropa el más extenso del planeta.
La nueva apuesta de Inditex en México es introducir una plataforma de ventas en línea durante el presente año. Amancio Ortega sabe del potencial de los Millenials, quienes usan internet tanto como los españoles y mexicanos las prendas Zara.
La anécdota
La periodista Vivienne Walt recuperó, en un texto publicado en la revista Fortune, una anécdota que resume bien la clave del éxito de Ortega y su emporio Inditex:
“La moto rugió hasta el semáforo en La Coruña, en el norte de España, y se detuvo junto a una limusina negra. Desde el interior, el pasajero miró por la ventana y vio al joven motociclista inclinado sobre el manubrio, con una chaqueta de mezclilla decorada con aplicaciones de parches, un regreso a la década de 1970. El hombre en el auto, décadas más viejo que el motorista, se enfocó en la chaqueta. El viejo tomó su teléfono celular y, según cuenta la historia, llamó a un asistente en su despacho. Con sus ojos aún fijos en el motociclista, el hombre describió la costura de la prenda, su forma y color, y terminó con una sola instrucción: “¡Hacédla!”.
El semáforo se puso en verde, el motociclista se alejó; y sin saberlo, él y su chaqueta había jugado un pequeño casual en una de las más grandes historias minoristas de nuestros tiempos. El hombre del auto era Amancio Ortega.