Las señales de que las economías más importantes del planeta han pasado ya lo peor de la crisis y comienzan un periodo de recuperación ya han llegado. La recesión mundial “está finalizando”, según indicó el pasado 1 de octubre el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su informe World Economic Outlook, presentado en Estambul. El organismo elevó sus previsiones de crecimiento mundiales ante el fuerte tirón de Asia y las señales positivas en el resto del planeta. El organismo explicó que las economías avanzadas, golpeadas de manera excepcional por la crisis financiera y el colapso del comercio mundial, muestran ahora “signos de estabilización” gracias en su mayor parte a “una respuesta política sin precedentes”.
Y como no podía ser de otro modo, ante estas muestras de optimismo, los inversores de todo el mundo ya comienzan a hacerse la siguiente pregunta: ¿ya ahora qué? Quieren saber cuáles van a ser los pasos que van a seguir los bancos centrales a partir de ahora, es decir, si ha llegado ya el momento de comenzar a subir unos tipos de interés -que se encuentran anormalmente bajos- para dar aire a una actividad brutalmente golpeada por la crisis.
Los principales bancos centrales del mundo, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Japón (BoJ), se encuentran ante una situación delicada. El dilema es que si comienzan a subir los tipos de interés demasiado pronto, la recuperación que ya se ha iniciado puede verse dañada y la economía puede volver a ahogarse. Si de lo contrario, encarecen el precio del dinero demasiado tarde, pueden generase riesgos inflacionistas y la posibilidad de que se creen burbujas.
En Estados Unidos ya se comienza a ver cómo después de un año de unanimidad casi perfecta sobre el rumbo a seguir, los dirigentes de la Fed parecen divididos sobre la orientación a dar a su política monetaria. Este organismo bajó las tasas al 0,25% en diciembre de 2008 y su Comité de Política Monetaria (FOMC) estima oficialmente, según el comunicado de su última reunión celebrada los días 22 y 23 de septiembre, “que las condiciones económicas justificarían” su mantenimiento “en un nivel extremadamente bajo por un largo periodo”.
Thomás Hoenig, presidente de la Fed de Kansas City, una de las 12 patas regionales del banco central, defendió el 6 de octubre la idea de una rápida subida de la tasa directriz, juzgando que la misma todavía sería “muy complaciente” a 1 ó 2%. En virtud de la rotación entre los dirigentes de las Fed regionales, Hoenig será en 2010 uno de los miembros con derecho a voto en el FOMC. Una opinión que choca frontalmente con la del presidente de la Fed, Ben Bernanke, que comentó el 9 de octubre que no tenía prisa por elevar los tipos.
¿Qué pasará entonces? “Creo que veremos una subida de tipos coordinada de los principales bancos centrales del mundo”, comenta Rafael Pampillón, profesor de análisis económico del IE Business School. “Estamos ante una situación muy delicada con los tipos de cambio de las monedas, con un dólar depreciándose mucho últimamente. Si al BCE le diera por subir los tipos de interés sería un golpe muy duro para la divisa norteamericana”, explica. En caso de que no se produjera un alza coordinada del precio del dinero, considera que sería “conveniente que la Fed fuera el primero en aumentar las tasas para ayudar al depreciado dólar”.
En cualquier caso, Pampillón ve todavía lejana una subida de tipos. Mantiene que las principales economías del planeta, además de un creciente déficit público, “están sufriendo un importante exceso de capacidad productiva”, y en esta situación es “difícil que se produzca un aumento relevante de la inflación”. Además, argumenta que antes de que se encarezca el dinero, “los Gobiernos tienen que retirar las medidas de estímulos fiscales y los bancos centrales las medidas extraordinarias de inyección de liquidez en los mercados”. “No creo que el BCE suba los tipos hasta finales de 2010 o principios de 2011 porque la situación es muy delicada”, afirma.
“La economía de Estados Unidos y Alemania serán las primeras en salir de la crisis”, opina F. Xavier Mena, catedrático de economía de ESADE Business School. Así, añade, “los bancos centrales se apresurarán a subir los tipos de interés antes incluso de que atisben los primeros síntomas de recuperación fiables, ya que no quieren caer en los errores de comienzos de siglo, cuando bajaron mucho el precio del dinero y los mantuvieron así demasiado tiempo, cuando la recuperación ya era fuerte, lo que provocó una serie de burbujas económicas”.
Para Mena, en Estados Unidos “no tardaremos” en ver un incremento de las tasas. “Pueden darse todavía un tiempo, pero yo creo que la espera la podemos medir en términos de meses, incluso semanas” para “comenzar a normalizar los tipos y colocarlos en el 1%”. Considera que en cuestión de “un año vista”, “pueden estar completamente normalizados en Estados Unidos y un poco más tarde en la zona euro”. Mena explica que cuando habla de “normalización” se refiere a un precio del dinero en el entorno del 4%, un “nivel apropiado para que no se dispare la inflación en un periodo de expansión”.
Una subida de tipos en Estados Unidos, cuando se produzca, inevitablemente tendrá sus consecuencias en América Latina. David Robinson, subdirector del departamento del hemisferio occidental del FMI señaló el pasado 2 de octubre en el contexto de la cumbre que celebró el organismo en Estambul que los países de esta región deben de registrar un aumento de los costos crediticios mientras emergen de la recesión global, lo que les dificultaría estabilizar los niveles de deuda.
Robinson explicó que la experiencia pasada indica que por cada aumento de 10% en la deuda de Estados Unidos como porcentaje del producto interno bruto, los costes de los préstamos en la región suben 15 puntos básicos. Esto dificultaría la implementación de ajustes fiscales necesarios para estabilizar niveles de deuda todavía “bastante altos”, aseguró. “Parte de ello ocurrirá naturalmente a medida que tiene lugar la recuperación”, dijo. “Pero muchos países deberán emprender considerables ajustes también y obviamente eso será complicado si hay un menor crecimiento externo y tasas de interés más altas en el extranjero”, añadió.
Para Pampillón, una subida de los tipos de interés en Estados Unidos apreciaría el dólar y traería una depreciación de las monedas de la región contra el billete verde, lo que provocaría “un aumento de las exportaciones y que las remesas en dólares que llegan a estos países valgan más”. Pero también tendría consecuencias negativas, según este profesor del IE Business School: “la carga de la deuda externa, nominada en dólares, sería mayor”.
Los movimientos de tipos de interés en las diferentes economías latinoamericanas dependerán de la situación de la inflación, y no tanto del camino seguido por la política monetaria de Estados Unidos, según Pampillón. “Son economías que han sufrido menos con las crisis porque no tienen tanta capacidad productiva ociosa, además sus tensiones inflacionistas son mayores. Con estos argumentos los bancos centrales de la región pueden estar tentados a subir tipos”, mantiene.
Mena destaca que las economías latinoamericanas “han sido más resistentes a las crisis que otros países y que durante la actual recesión han sufrido menos que en las anteriores”. Partiendo de esta base, cree que una apreciación del dólar fruto de una subida de tipos de la Fed dañaría la actividad de la región, pero cree que “la subida del billete verde tendría que ser muy grande para que se viera realmente dañada”, algo por lo que no apuesta, y por ello afirma: “no veo malas perspectivas para la zona”.
En esta línea, Mena cree que los bancos centrales latinoamericanos seguirán el camino de las grandes economías mundiales y subirán tipos. Pero, en cualquier caso, afirma que habría que ir país por país y que no estamos ante una región “con riesgo económico”.
El BCE, que mantiene los tipos en el 1% desde el 7 de mayo, puede encontrarse con un dilema complicado de resolver en los próximos meses. Las economías de la región están saliendo de la recesión a ritmos muy desiguales, por lo que necesitarán movimientos monetarios diferentes.
Las dos mayores economías de la zona euro, Alemania y Francia, ya han salido de la recesión en el segundo trimestre de año, cuando registraron crecimientos intertrimestrales positivos, concretamente del 0,3% en ambos casos. Y según las últimas previsiones de la Comisión Europea publicadas el 14 de septiembre, estos dos países mantendrán la senda de la recuperación en los próximos trimestres del año y crecerán un 0,2% en 2010.
En la situación contraria se encontrarían España e Irlanda, que según Bruselas se contraerán un 0,9% y un 1,5%, respectivamente en 2010, y sufrirán déficits presupuestarios del 9,8% y del 15,6%, algunos de los más grandes de la región. De hecho,la Comisión Europea destaca que España será el único de entre los grandes estados de la UE que mantenga cifras negativas de crecimiento en el cuarto trimestre de este año.
El Presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, no está mandando señales de ajustar la política monetaria. “Retiraremos las medidas anticrisis cuando desencadenan riesgos para la estabilidad de precios”, ha informado en numerosas ocasiones. A pesar de ello, Bank of America-Merrill Lynch y Morgan Stanley aseguran que las subidas de tipos comenzarán como muy tarde en junio de 2010, según informa Bloomberg.
“El BCE no tendrá en cuenta la situación de países como España o Irlanda. No la tuvo en cuenta desde 2001 cuando estos países necesitaban subidas de tipos y Alemania, Francia e Italia bajadas, y tampoco lo hará ahora cuando ocurre todo lo contrario”, asegura Pampillón. “Estamos viendo un desacompasamiento del ciclo económico de algunos países de la zona euro. España necesita tipos bajos durante más tiempo y Alemania y Francia subidas porque extraordinariamente están recuperándose de la crisis antes que Estados Unidos”, expone.
“El BCE se está mostrando independiente y no se verá afectado por las presiones políticas”, asegura Mena. Este profesor de la ESADE Business School, hace esta puntualización porque cree que el banco “sí subirá los tipos”, pero que lo hará porque el peso económico ponderado de Alemania y Francia es muy grande, ya que “si ellos se recuperan supone que se recupera más de la mitad de la economía de la región, y en este contexto, no tendrá más remedio que elevar tasas”.
El profesor del IE Business School cree que una subida de tipos por parte del BCE sería “mortal” para España, un “golpe de gracia” para su dañada economía. En este contexto, algunas voces, como la del Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, han insinuado que para países como España o Irlanda sería bueno salirse del Euro. “El coste de abandonar la moneda única sería mayor que el de mantenerse”, asegura Pampillón.
La misma opinión comparte Mena, al afirmar que “la previsible subida de tipos del BCE perjudicará mucho a países como España”, e igualmente, ve como una mala solución el abandono del euro. “Hay dos razones claras para mantenerse en la moneda única: la primera que una devaluación de la peseta (moneda española antes de adoptar el euro) no asegura un aumento de las exportaciones y por lo tanto una recuperación por esta vía; y la segunda es el fuerte endeudamiento, que se encarecería más por la prima de riesgo que habría que pagar a los inversores por la depreciación de la moneda”, argumenta.